martes, 4 de noviembre de 2008

Autopoiesis

La autopoiesis (del griego αυτο-, auto, "sí mismo", y ποιησις, poiesis, "creación" o "producción"), es un neologismo propuesto en 1971 por los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela, para designar la organización de los sistemas vivos.
Una descripción breve sería decir que la Autopoiesis es la condición de existencia de los seres vivos en la continua producción de si mismos. Este término nace de la biología pero más tarde es adoptado por otras ciencias y otros autores, como por ejemplo por el sociólogo alemán Niklas Luhmann.

Bajo una tónica antirreduccionista, acorde con el pensamiento de Varela: el reduccionismo es una camisa de fuerza que equivale a torcerle todas las alas que tiene el pájaro y meterlo a otra jaula, distinta, dualista que calce con esa idea o dogma. Casilda Rodrigañez : Extracto de El Asalto del Hades Es necesario analizar la autopoiesis desde el punto de vista de los anteriores autores.

Según Maturana y Varela son autopoiéticos los sistemas que presentan una red de procesos u operaciones (que lo define como tal y lo hace distinguible de los demás sistemas), y que pueden crear o destruir elementos del mismo sistema, como respuesta a las perturbaciones del medio. Aunque el sistema cambie estructuralmente, dicha red permanece invariante durante toda su existencia, manteniendo la identidad de este.

los seres vivos son sistemas autopoieticos y que estan vivos solo mientras estan en autopoiesis (biología del fenomenos social p5) Los seres vivos son redes de producciones moleculares en las que las moléculas producidas generan con sus interacciones la misma red que las produce.

Maturana: Transformación en la convivencia Esta propiedad de los sistemas de producirse a sí mismos es la autopoiesis y define el “acoplamiento” de un sistema a su entorno.
Para Maturana, la autopoiesis es la propiedad básica de los seres vivos puesto que son sistemas determinados en su estructura, es decir, son sistemas tales que cuando algo externo incide sobre ellos, los efectos dependen de ellos mismos, de su estructura en ese instante, y no de lo externo.
Los seres vivos son autónomos, en los que su autonomía se da en su autorreferencia y son sistemas cerrados en su dinámica de constitución como sistemas en continua producción de sí mismos. Aunque un sistema autopoiético se mantiene en desequilibrio puede este conservar una permanencia estructural absorbiendo la energía de su medio permanentemente.
Al igual que la célula, y los seres vivos los sistemas autopoiéticos tienen la capacidad de conservar la unión de sus partes e interactuar entre ellas.
Los sistemas autopoiéticos son autónomos lo que los hace un sistema cerrado autorregulándose continuamente. Sin embargo, Varela considera que todo sistema autopoiético es autónomo, pero que no todo sistema autónomo es autopoiético.
Otros ejemplos de autopoiesis son la conciencia, un organismo, etc. Estos se constituyen de una red de procesos que logran transformar componentes pero en los que el mismo sistema maneja su identidad con relación al entorno.
La autopoiesis designa la manera en que los sistemas mantienen su identidad gracias a procesos internos en que auto-reproducen sus propios componentes.
Estos sistemas están abiertos a su medio porque intercambian materia y energía pero simultáneamente se mantienen cerrados operacionalmente, pues sus operaciones son las que lo distingue del entorno. No obstante, son autónomos en sus operaciones debido a la capacidad que tiene el sistema de reaccionar a los estímulos del medio que lo rodea.
La muerte de un ser vivo por ejemplo puede ser considerada como la disrupción de la autopoiésis ya que la muerte puede resultar de mecanismos de la dinámica interna o mecanismos interruptores de origen externo.
En cualquiera de los dos casos, el sistema autopoiético no puede compensar más los efectos de esos mecanismos; lo apropiado es que si los pueda compensar. Este enfoque de Maturana es mecanicista, pues explica los sistemas vivos en términos de relaciones y no de propiedades de sus componentes. Nuestro enfoque será mecanicista: no se aducirán fuerzas ni principios que no se encuentren en el universo físico.
No obstante, nuestro problema es la organización de lo vivo y, por ende, lo que nos interesa no son las propiedades de sus componentes, sino los procesos y relaciones entre procesos realizados por medio de componentes.(Maturana:De Máquinas y Seres Vivos, autopoiesis de la organización de lo vivo) Niklas Luhmann Luhmann ha utilizado la autopoiésis para presentar un nuevo paradigma teórico: el de los sistemas autopoiéticos, como producto de una reflexión interdisciplinaria sobre los exitosos desarrollos de otras disciplinas.
La aplicación del concepto de autopoiesis a los sistemas sociales implica que el carácter autorreferencial de estos sistemas no se restringe al plano de sus estructuras sino que incluyen sus elementos y sus componentes es decir, que él mismo construye los elementos de los que consiste. Luhmann afirma que la autopoiesis no se limita a ser una propiedad de sistemas biológicos o físicos, y la define como la “capacidad universal” de todo sistema para producir “estados propios” bien diferenciados enlazando a estos las operaciones propias del sistema gracias a la “auto-organización” de éste.
El sociólogo pasa así el concepto de un nivel físico a un nivel cognitivo. La intención de Luhmann es buscar equivalentes funcionales a la integración normativa para dar solución al problema que afecta la autoorganización y la autoproducción de las sociedades en contextos de contingencia y riesgo. En ese aspecto introduce el nuevo paradigma autopoiético constituido en torno a la distinción entre sistema y entorno como condición de posibilidad para el sostenimiento del límite, el cual permite las operaciones autorreferenciales.
Sin embargo, desde el punto de vista de la teoría de los sistemas, la aplicación del concepto de autopoiesis a los fenómenos sociales ha dado lugar a una importante disputa entre Maturana, Varela y Luhmann. Si lo que hace a un ser vivo ser vivo, es ser un sistema autopoiético molecular, lo que hace al sistema social sistema social, no puede de ninguna manera ser lo mismo, en tanto el sistema social surge como sistema distinto del sistema vivo al surgir en la distinción como sistema social, aún cuando su realización implique el vivir de los seres vivos que le dan origen.(Maturana:De Máquinas y Seres Vivos, autopoiesis de la organización de lo vivo) No obstante autores como “José Maria García” también muestran lo que a su juicio, constituyen los principales aportes del paradigma autopoiético a la teoría sociológica; y hasta el mismo Maturana reconoce la extensión de la autopoiesis en otros campos. ... después de todos estos años mi conclusión es que una extensión a niveles ‘superiores’ no es fructífera y que debe ser dejada de lado, aún para caracterizar un organismo multicelular.
Por el contrario, el ligar la autopoiesis como una opción epistemológica más allá de la vida celular, al operar del sistema nervioso y de los fundamentos de la comunicación humana, es claramente fructífero.



fuentes:

(Maturana:De Máquinas y Seres Vivos, autopoiesis de la organización de lo vivo) Referencias [editar]Varela, Francisco J.; & Maturana, Humberto R. (1973). De Máquinas y Seres Vivos: Una teoría sobre la organización biológica. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Hay edición revisada de 1995, con un prefacio. Varela, Francisco J.; Maturana, Humberto R.; & Uribe, R. (1974). Autopoiesis: the organization of living systems, its characterization and a model. Biosystems 5 187–196. —el primer artículo que describe, con la terminología contemporánea, el concepto de autopoiesis. Luhmann, Niklas R. (1997). Organización y decisión, autopoiesis y entendimiento comunicativo. Barcelona: Anthropos. Maturana, Humberto R. (1976). El árbol del conocimiento. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Primera edición.* Maturana, Humberto. R. (2002). Transformación en la convivencia. Santiago de Chile: Dolmen Ediciones. Maturana, Humberto R. (1997). De Máquinas y Seres Vivos, autopoiesis de la organización de lo vivo. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Maturana, Humberto R. (1996). El sentido de lo humano. Santiago de Chile: Editorial Dolmen ediciones S.A. Octava edición. Maturana Humberto R. (1997). Emociones y lenguaje en educación política. Santiago de chile. Editorial Dolmen ediciones S.A. Novena edición. Quintana Mejia Oscar. La problemática iufilosofica de la obediencia al derecho y la justificación constitucional de la desobediencia civil. Bogotá: Unibiblos (Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional), 2001. Niklas Luhmann. (1998). Sistemas sociales, Barcelona: Anthropos, Niklas Luhmann, “la descripción del futuro”, en observaciones sobre la modernidad, Barcelona: Paidos, 1997. pp 121-138. Garcia Maria José, “autopoiésis: un nuevo paradigma sociológico”, en revista Anthropos (173/174), Barcelona: Antropos, 1997, pp 78-91 Maturana H.R. y Varela F.J. Autopoiésis y Cognición. Dordrecht, holanda: D. Reidel, 1980. Varela, Francisco J. Autopoiesis y una Biología de la Intencionalidad.

AUTOPOIESIS

El concepto de autopoiesis fue formulado por el biólogo chileno Humberto Maturana al intentar dar una definición a la organización de los organismos vivos.
Un sistema vivo, según Maturana, se caracteriza por la capacidad de producir y reproducir por sí mismo los elementos que lo constituyen, y así define su propia unidad: cada célula es el producto de un retículo de operaciones internas al sistema del cual ella misma es un elemento; y no de una acción externa.
La teoría de los sistemas sociales adopta el concepto de autopoiesis y amplía su importancia. Mientras en el ámbito biológico se aplica exclusivamente a los sistemas vivos, según Luhmann se individualiza un sistema autopoiético en todos los casos en los que se está en la posibilidad de individualizar un modo específico de operación, que se realiza al y sólo al interior.
De esta manera se individualizan dos niveles ulteriores de constitución de sistemas autopoiéticos, caracterizados cada uno de ellos por operaciones específicas: sistemas sociales y sistemas psíquicos. Las operaciones de un sistema social son las comunicaciones, que se reproducen con base en otras comunicaciones reproduciendo de esta manera la unidad del sistema, mientras no se presenten comunicaciones fuera de un sistema social.
Las operaciones de un sistema psíquico son los pensamientos y no se dan pensamientos más allá del interior de una conciencia.
Todos los sistemas autopoiéticos se caracterizan por la clausura operativa. Con este concepto se indica el hecho de que las operaciones que llevan a la producción de elementos nuevos de un sistema dependen de las operaciones anteriores del mismo sistema y constituyen el presupuesto para las operaciones ulteriores: esta clausura constituye la base de la autonomía del sistema en cuestión y permite distinguirlo de su entorno (…)
También las operaciones de un sistema psíquico, los pensamientos, se reproducen incesantemente con base en otros pensamientos (…)
Sólo una conciencia puede pensar (pero no puede transferir sus propios pensamientos al interior de otra conciencia -debe pasar por la comunicación). Vida, pensamiento y comunicación son niveles distintos de autopoiesis, caracterizados cada uno por la propia autonomía.

La objetividad entre paréntesis: A propósito de Humberto Maturana

Jorge LIBERATI Centro de Educación Natural e Integral (CENI), Montevideo, Uruguay.
El biólogo chileno Humberto Maturana (1928) es reconocido mundialmente por su original concepción sobre las condiciones básicas merced a las cuales se originó la vida, expuesta desde 1973 en los cursos de la Universidad de Chile y en el libro De máquinas y seres vivos1, escrito en colaboración con su discípulo Francisco Varela. Para que la vida se hiciera posible, sostiene, era necesario que una molécula se “clausurara” ante el medio ambiente, valiéndose de membranas estables ya la vez plásticas.
De esta manera se aseguraba –fue el caso de las moléculas de proteína– la formación de redes o cadenas de reacciones que dieran como resultado, en forma circular, la producción de las mismas moléculas en reacción. Quedaba así constituida una molécula orgánica o, en otras palabras, un sistema capaz de autosostenerse y de autogenerarse.
A primera vista, y en lo que se refiere a la noción de sistema, no aparece nada radicalmente nuevo desde que otro biólogo, el austríaco Ludwig von Bertalanffy, hacia la década del 50, hiciera conocer su “teoría general de sistemas”.
Pero Maturana agrega que esta molécula, o la célula a que dio lugar, pudo establecer cierta distancia con respecto al entorno, tomando de él lo necesario (por ejemplo, iones de sodio y calcio) y no otra cosa, procurándose de manera autónoma determinada estructura, es decir, un sistema controlado “desde” la célula. Esta célula fue capaz de generar mediante operaciones recursivas las estructuras de los estados siguientes al estado en que realizó la operación, llegando posteriormente a desarrollar los recursos necesarios para constituir lo que llamamos “ser vivo”. El fenómeno inicial, definido por las operaciones fundamentales de autonomía, clausura y estructuración, y que dan lugar a la aparición de nuevos órdenes a partir del orden anterior, constituye a grandes rasgos lo que Maturana llamó un “sistema autopoiético” (derivado del griego: “auto”, por sí mismo; “poiesis”, hacer).
La nota que imprime la mayor novedad a este sistema es aquella que permite observar la participación no tanto de las particularidades físicas de la célula o de la energía que es tomada del medio sino, más bien, de la forma en que la célula está estructurada: “Ios seres vivos son sistemas que en su dinámica estructural se constituyen y delimitan como redes cerradas de producción de sus componentes a partir de sus componentes y de sustancias que toman del medio”.
DOS CONSECUENCIAS IMPORTANTES En obra más reciente somete su teoría a la infinitamente difícil prueba de explicar la realidad física y el conocimiento humano, aventurándose en el campo de la filosofía, aunque siempre con confesado ajuste a la visión de biólogo. Existen en su intento dos motivos de particular interés: su concepción de los sistemas sociales y el método por el cual la objetividad (la objetividad de las explicaciones científicas) debe ser “puesta entre paréntesis”. El primero llegó a inspirar al sociólogo y pensador alemán Niklas Luhmann (1927) parte no secundaria de su teoría sociológica. Luhmann aplica el concepto de autopoiesis al análisis de las sociedades2.
Sostiene que éstas deben ser vistas como sistemas dotados de significado y, en consecuencia, como redes de comunicaciones, por lo que su tradicional unidad básica, el individuo, pasa a metamorfosearse en lenguaje observado bajo el patrón de la inter y autoactividad de los sistemas autopoiéticos. Pero la idea reside ya en el propio Maturana. El segundo parece exhumar la antigua teoría de los mundos posibles, de Leibniz, pero filtrada por la lente cibernética de la circularidad y de la autoproducción.
LOS MUNDOS POSIBLES El mismo Leibniz creía que cada mundo posible contiene su correspondiente conjunto de leyes, y que el individuo de cada mundo se guía por las leyes que en él reinan. Pero la discusión de Leibniz derivó en problemas ideológicos (su expresión sobre “el mejor de los mul1dos posibles” enfrentó a optimistas y pesimistas). Que haya muchos mundos y que el que conocemos es el que se “actualiza”, según el citado filósofo, cobra vigencia en el campo de la lógica de nuestro tiempo, ciencia que para algunos sugiere la aceptación tácita de un modelo de “mundo” desde el momento en que se admite el cumplimiento o la validez de ciertas reglas y no de otras. Pero si hay muchas lógicas -de acuerdo a lo que el lógico actual tiende a considerar y no una sola que sigue desde su época a Aristóteles, habrá muchos “mundos”. Esta plasticidad de la lógica de nuestro tiempo es una de las vertientes que suministra novísimo instrumental a la teoría biológica de Maturana. El modelo de surgimiento de la vida se trasplanta al problema de la dinámica de las sociedades.
El sistema social obra en forma “cerrada”, como el sistema celular, procurándose sus cambios estructurales desde el mismo sistema, tomando del medio sólo aquello necesario para su supervivencia. Puede entrar en interrelación con otro sistema social, pero merced a la capacidad de confeccionar por sí propio la modificación y la adaptación de su estructura; y también porque puede conservar esta nueva organización.
OBSERVADORES EN EL LENGUAJE Los seres humanos son observadores, y sólo como tales pueden rendir cuenta de la realidad, insertos en su “praxis del vivir”. Llegan así a las explicaciones, las que no formulan en otro dominio que no sea el lenguaje. Pero cada observador dispone de su propio criterio de validación de la realidad: por tanto hay diversos dominios explicativos. El ideal de objetividad (esto es, el ideal por el cual fuera aceptado un solo y único dominio explicativo) no puede sostenerse. Es necesario poner entre paréntesis la objetividad, puesto que, de no hacerlo, habrá que aceptar la fuente de validación de las explicaciones (y de los conocimientos) que proviene de lo que no depende del observador.
“Cada dominio cognoscitivo –afirma Maturana–3 es un dominio de coordinaciones de acciones en la praxis del vivir o de una comunidad de observadores. Debido a esto, cada aseveración cognoscitiva tal como ”yo sé" es una operación en un dominio de coordinaciones de acciones que es diferente, dependiendo del dominio explicativo explícito o implícito en el cual el observador y observadora se encuentra". Así “existimos en comunidades constituidas por sistemas de coordinaciones de acciones en el lenguaje; esto es, como redes de conversaciones, bajo determinadas emociones”.
UNIVERSUM CONTRA MULTIVERSA Estos pistoletazos echan abajo el criterio de objetividad científica. Igualmente –y es especial tema de confrontación respecto a Popper– no existe posibilidad alguna de verificar y aun menos de refutar teorías. La frecuente incapacidad para distinguir una percepción de una alucinación no es una limitación sino una particularidad del sistema. La objetividad no se necesita para montar una explicación científica. “Todo lo que sucede es producido por el observador en su praxis de vivir como condición empírica primaria”. El universum es una suposición para la cual la existencia es independiente del observador. Pero ella conduce a reducir la existencia a un único y último dominio. La objetividad puesta entre paréntesis, en cambio, supone una existencia que se produce mediante las distinciones del observador. Se sigue, de esta manera, “que la existencia es constitutivamente dependiente del observador, y que hay tantos dominios de verdades como dominios de existencia que quien observa puede producir en sus distinciones (…).
Finalmente, bajo la objetividad entre paréntesis cada versum del multiversa es igualmente válido si bien no como parte idénticamente idónea del conjunto, y los desacuerdos entre los observadores, cuando surgen no de errores lógicos triviales dentro del mismo versum, sino de la posición de los observadores en diferentes versa, tendrán que resolverse no por el reclamo de un acceso privilegiado a una realidad independiente, sino mediante la generación de un versum común a través de una coexistencia de aceptación mutua. En el multiversa la coexistencia exige consenso. esto es, un saber común”4.
ALGUNAS CONCLUSIONES El procedimiento de la ciencia consiste en la explicación y en la comprensión no de la naturaleza sino de la experiencia humana. Pero ésta se realiza en el lenguaje. La vieja sospecha de que el lenguaje interpone una traba para conocer es terminantemente despejada. El lenguaje es el dominio de existencia del hombre. Éste realiza todas sus operaciones en el lenguaje y, es de destacar, “en el flujo de nuestra capacidad de emocionarnos”. Aún cuando de él no se pueda salir, ‘porque estamos constituidos dentro de él", el lenguaje hace posible las explicaciones. y cualquiera cosa que se ponga de manifiesto se convierte en parte de la existencia como ser humano.
El lenguaje sería una limitación si se deseara referir una realidad independiente o universum. De tan sencilla parece inapresable. “Al explicar científicamente nuestra experiencia ésta se convierte en el mundo que vivimos. Ya no podemos pretender inocencia”. Por otra parte, Id ciencia no debe ser entendida como posibilidad de control y de dominación de la naturaleza. Hay que comprenderla y no controlarla. “Los conceptos de control y dominación implican Id negación de aquello que es controlado y dominado, a la vez que lo coloca como algo distinto e independiente de uno”5. Por último, la conducta social “está fundada en la cooperación, no en la competencia. La competencia es constitutivamente antisocial porque como fenómeno consiste en la negación del otro. No existe la ”sana competencia" porque la negación del otro implica la negación de sí mismo al pretender que se valida lo que se niega. La competencia es contraria a la seriedad en la acción, pues el que compite no vive en lo que hace, se enajena en la negación del otro"6. Las teorías del caos y la complejidad, elaboradas en las dos últimas décadas del siglo XX y en lo que va del tercer mileno, han aportado numerosos elementos de juicio, elaboraciones algorítmicas y herramientas de trabajo, susceptibles de utilizarse productivamente en las ciencias sociales. Algunos principios de la dinámica no lineal, tales como la autoorganización, la sensitividad a las condiciones iniciales en escenarios caóticos, las complejidades emergentes de la aplicación recursiva de reglas simples, la independencia de escala y las clases de universalidad, deberían ser bien conocidos por los investigadores, cualesquiera sean sus orientaciones teóricas. Lo mismo se aplica a los algoritmos complejos, principalmente a los sistemas adaptativos, las metaheurísticas evolutivas, las distribuciones de ley de potencia, las redes SOM, la criticalidad autoorganizada y por supuesto la geometría fractal.
1 MATURANA, H & VARELA, F (1973): De máquinas y seres vivos, Editorial Universitaria, Santiago de Chile. A esta obra se suma en (1984): El árbol del conocimiento, OEA, Santiago de Chile. También escrita en colaboración con F. VARELA y Humberto MATURANA. (1995) La realidad: ¿objetiva o construida? Anthropos-Univ.Iberoamericana-lteso. Barcelona: T. 1. “Fundamentos biológicos de la realidad”.; (1996) T. II. “Fundamentos biológicos del conocimiento”.
2 Puede consultarse: Niklas LUHMANN (1990): “Sistema y función”, en: Sociedad y sistema: la ambición de la teoría, Paidós, Barcelona. También: Ignacio Izuzquiza (1990): La sociedad sin hombres. Niklas Luhmann o la teoría como escándalo, Anthropos, Barcelona. 3 MATURANA & VARELA (1973): Op. cit. 4 Ibid. 5 Ibidem. 6 Ibidem.

BIOLOGÍA DEL FENÓMENO SOCIAL HUMBERTO MATURANA R.

Cada vez que los miembros de un conjunto de seres vivos constituyen con su conducta una red de interacciones que opera para ellos como un medio en el que ellos se realizan como seres vivos y en el que ellos, por lo tanto, conservan su organización y adaptación y existen en una coderiva contingente a su participación en dicha red de interacciones, tenemos un sistema social.
En otras palabras, sostengo que:
a) la organización descrita arriba es necesaria y suficiente para caracterizar un sistema social; y,
b) un sistema particular definido por esa organización genera todos los fenómenos propios de un sistema social en un marco conductual especificado por el tipo de seres vivos que lo integran.
Esta clase de sistemas es el resultado inevitable de las interacciones recurrentes que se dan entre seres vivos y cada vez que se den con alguna permanencia, se dará este tipo de sistemas. Yo llamo a este tipo de sistemas, sistemas sociales, porque los fenómenos que se dan en ellos son indistinguibles, en su forma y modo de generación, de los fenómenos que observamos en los sistemas que llamamos sistemas sociales en el ámbito humano.
Veamos ahora algunas implicaciones.
1) Es constitutivo de un sistema social el que sus componentes sean seres vivos, ya que sólo se constituye al conservar éstos su organización y adaptación en él, en el proceso de integrarlo. Por esto, cualquier intento de caracterizar al sistema social de una manera que no reconozca que la conservación de la vida de sus componentes es condición constitutiva de su operar, se equivoca y especifica un sistema que no genera los fenómenos propios del sistema social. Así, por ejemplo, un conjunto humano que no incorpora la conservación de la vida de sus miembros como parte de su definición operatoria como sistema, no constituye un sistema social.
2) Cada sistema social particular, es decir, cada sociedad, se distingue por las características de la red de interacciones que realizan. Así, por ejemplo, una comunidad religiosa, un club y una colmena de abejas, en la medida en que son sistemas sociales son sociedades distintas, porque sus miembros realizan conductas distintas (los comportamientos adecuados en cada una de ellas son diferentes) al integrarlas. Para ser miembro de una sociedad basta con realizar las conductas que definen a sus miembros.
3) En la medida que un sistema social está constituido por seres vivos, son todos y cada uno de los seres vivos que lo integran los que de hecho lo constituyen con el operar de sus propiedades. Por lo tanto, y constitutivamente, no hay componentes superfluos en un sistema social, ya que si un componente se pierde, el sistema social cambia. Debido a la muerte de sus componentes, todo sistema social está expuesto al cambio. Más aún, como las propiedades y características de cada ser vivo están determinadas por su estructura, en la medida en que las estructuras de los seres vivos que integran un sistema social cambian, cambian sus propiedades y el sistema social que generan con sus conductas también cambia.
4) En la medida que un sistema social es el medio en que sus miembros se realizan como seres vivos, y donde ellos conservan su organización y adaptación, un sistema social opera necesariamente como selector del cambio estructural de sus componentes y, por lo tanto, de sus propiedades. Sin embargo, en la medida que son los componentes de un sistema social los que de hecho lo constituyen y realizan con su conducta, son los componentes de un sistema social los que con su conducta de hecho seleccionan las propiedades de los componentes del mismo sistema social que ellos constituyen. Toda sociedad es conservadora de su organización como tal sociedad, y de las características de los componentes que la generan.
5) En general, los componentes de un sistema social pueden participar en otras interacciones, además de aquellas en que necesariamente deben participar al integrarlo, es decir, pueden participaren interacciones fuera del sistema social que constituyen. Si como resultado de tales interacciones la estructura de los componentes de un sistema social cambia de modo que su manera de integrarlo cambia sin destruir su organización, la estructura del sistema cambia, y aparece ante un observador como el mismo sistema pero constituido como una red conductual diferente. Lo mismo puede pasar con la incorporación a un sistema social de nuevos miembros con una historia previa de interacciones independiente de él.
6) Aunque todo sistema social es constitutivamente conservador, todo sistema social está también en continuo cambio estructural, debido:
a) a la pérdida demiembros por muerte o migración;
b) la incorporación de nuevos miembros con propiedades, adicionales a aquellas necesarias para su incorporación, diferentes a las de los otros miembros; y,
c) cambios en las propiedades de sus miembros, que surgen de cambios estructurales no gatillados (seleccionados) por sus interacciones dentro del sistema social que integran, por interacciones fuera de él, o como resultado de su propia dinámica interna.
El devenir histórico de cualquier sociedad es siempre el resultado de estos dos procesos: conservación y variación. Todas estas consideraciones son de aplicabilidad universal, y tienen validez para cualquier tipo de sistema social. Veamos ahora a qué conclusiones nos llevan, y qué nos permiten comprender de las sociedades humanas.

Humberto Maturana y los fundamentos biológicos del orden social

Antonio Emmanuel Berthier
En su texto “Biología del fenómeno social” (1997), Humberto Maturana analiza los sistemas sociales humanos utilizando las herramientas que le brinda su teoría de la organización autopoiética de los sistemas biológicos. Según Maturana, las ideologías características de la modernidad han especificado uno de los lados de la distinción entre individuo / sociedad colocando valores preferenciales en uno de ellos. Esto ha originado una oposición entre las visiones individualistas y colectivistas de la sociedad. El propósito del biólogo chileno será demostrar mediante su teoría que lo individual y lo social constituyen una unidad biológica indivisible. Maturana parte de cinco decisiones de teoría que deberán ser asumidos por el lector: 1. La respuesta al problema del orden social sólo será aceptable si logra proponer mecanismos concretos o conceptuales que al operar produzcan los fenómenos involucrados en la pregunta ¿cómo es posible el orden social?. 2. Los seres vivos son "sistemas determinados estructuralmente" por lo que todo lo cuanto ocurre en ellos está determinado por los cambios estructurales auto-generados o “gatillados” en su interacción con el entorno pero siempre en condiciones de autonomía. 3. El cambio estructural tiene lugar ya sea como resultado de la dinámica interna del sistema vivo o como una transformación "gatillada" por la interacción del sistema con el entorno que se encuentra también en continuo cambio. 4. La conservación de la organización autopoiética es la prerrogativa que permite a los seres vivios mantenerse vigentes. Los cambios que sufra la estructura del sistema no modifica su identidad de clase mientras el tipo de organización que le es característico se conserve. 5. Debe existir congruencia entre las transformaciones estructurales del sistema y las del entorno. Dado que las interacciones entre sistema y entorno pueden “gatillar” cambios de estado que destruyen la organización del sistema, todo sistema debe encontrarse en un estado de congruencia continua con el entorno. A esa congruencia Maturana llama "adaptación". Según Maturana, existe un sistema social "cada vez que los miembros de un conjunto de seres vivos constituyen con su conducta una red de interacciones que opera para ellos como un medio en el que ellos se realizan como seres vivos, y en el que ellos, por lo tanto, conservan su organización y adaptación y existen en una coderiva contingente a su participación en dicha red de interacciones" (Maturana, 1997: 3). Esta concepción biológica de lo social posee implicaciones importantes: a) los sistemas sociales están, necesariamente, compuestos por individuos; b) las características de las interacciones individuales le brindan identidad al sistema social; c) las transformaciones estructurales del sistema social dependen del comportamiento, migración o deceso de sus componentes; d) al coderivar componente y sistema, éste se convierte en un selector de cambios en la estructura de cada componente pues sólo en ese medio cada componente logra mantener su organización y adaptación; e) los componentes pueden interactuar en diversos sistemas sociales lo que ocasiona cambios conductuales y estructurales; f) debido a los cambios conductuales y a la dinámica interna de los componentes los sistemas sociales están en cambio permanente. Siendo consecuente con su teoría, Maturana extrapola estas características del funcionamiento de los sistemas sociales biológicos a los “sistemas societales”1 : “Los miembros de una sociedad humana cualquiera realizan esa sociedad con su conducta, y con ella continuamente seleccionan en sus miembros, antiguos y nuevos, esas mismas conductas." (Maturana, 1997: 10-11). Para el autor los seres humanos podemos formar parte de diversos sistemas sociales donde nuestras interacciones se encuentran coordinadas y normadas reflexivamente por el lenguaje entendido como mecanismo de coordinación conductual o “conducta primaria” capaz de observarse a sí misma y, con ello, autorregularse y regular significativamente las interacciones por él propiciadas. Para Maturana una condición para que exista un sistema social es la recurrencia de interacciones cooperativas encaminadas a la coordinación conductual de sus miembros que tiene como resultado un sistema social del cual se coderive la autopoiesis de sus componentes. Es así que los componentes del sistema social (individuos), cuyos comportamientos están seleccionados por la contingencia evolutiva del sistema que les sirve como medio, participan mediante interacciones lingüísticamente orientadas en la reproducción de sí mismos y del sistema que constituyen (autopoiesis). Debido a que la pertenencia y coderiva de los componentes (individuos) con respecto al sistema social permite el mantenimiento de su organización y adaptación, esta participación es la que define la identidad de clase de individuo en tanto que individuo-para-el-sistema. Es por ello que para el autor la individualidad sólo puede darse dentro de la sociedad y la sociedad es impensable sin el componente lingüístico que permite la reflexibidad individual y social. El sistema social tiende por ello de manera “natural” (biológica) a la conformación de redes de cooperación entre sus componentes que garantizan la “pegajosidad” biológica (afectividad) que hace placentera la presencia del otro considerado como un igual (en el sentido biológico y simbólico). Las relaciones afectivas de cooperación propician el mantenimiento de la organización del sistema social. Lo individual y lo social, por tanto no son dimensiones opuestas sino imbricadas. La oposición entre ellas es sólo aparente. De acuerdo con el autor, esta apreciación errónea obedece a una simplificación ideológica de carácter liberal que privilegia la competencia y rechaza las formas de cooperación biológicamente determinantes de lo social. Notas 1. Un problema que se hace evidente en este planteamiento biológico de lo social consiste en el empalme o superposición de niveles que, desde el punto de vista sociológico, están plenamente diferenciados: los sistemas societales (constitutivos de sentido y constituidos de comunicación) pueden dividirse en sociedad (global), organización (comunicaciones bajo la forma de decisiones acotadas por normas) e interacciones (comunicaciones donde se hace relevante la presencia del otro). Maturana tampoco considera la diferencia entre los “sistemas societales” arriba mencionados y los “sistemas sociales” que conforman la diferenciación funcional de la sociedad moderna: política, economía, arte, religión, familia, etc. Referencias: Maturana, H., (1997) Biología del fenómeno social. En "La realidad: ¿objetiva o construida? I. Fundamentos biológicos de la realidad. Barcelona, Anthropos / Universidad Iberoamericana / Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente. Cómo citar este texto: Berthier, A., (2007) Humberto Maturana y los fundamentos biológicos del orden social en Conocimiento y Sociedad.com [En línea].
http:www.conocimientoysociedad.com/Maturana.htm

lunes, 3 de noviembre de 2008

Humberto Maturana R. Fundamentos biológicos de la realidad

En determinadas épocas, se elige resaltar las diferencias que separan al hombre de la Naturaleza; otras, en cambio, prefieren resaltar las similitudes, tomándola como modelo. "Espíritu-encerrado", "Hombre-máquina" o "Bestia humana", los seres humanos mantenemos una visión de nosotros mismos que se deriva de la visión que tenemos de la Naturaleza y viceversa. En cualquier caso, la relación que se establece no es con la Naturaleza en sí, sino con aquello estamos capacitados para saber/conocer de ella. Es decir, la Naturaleza que vemos y explicamos es la que estamos en condiciones de poder ver y explicar. La Naturaleza, generosa, nos devuelve nuestro conocimiento, y espera paciente nuestra próxima teoría.

La Ciencia ha cambiado. No sólo el conocimiento, sino la forma de contemplarse a sí misma. Este aspecto es determinante porque supone la revisión de unos postulados que se habían pensado inmutables. La Ciencia se ha hecho más "humilde", ya no busca verdades eternas, sino plantearse problemas cuyas respuestas generan otros nuevos problemas.

Humberto Maturana R. es un biólogo chileno cuyas teorías han tenido gran eco en distintos ámbitos y no necesariamente científicos. Sus implicaciones llegan a terrenos como la teoría del conocimiento, la ética o la teoría de la comunicación, entre otras. Javier Torres Nafarrate, el autor de la introducción de la obra, señala que "la teoría de Maturana es uno de los pensamientos más asombrosos de finales de este siglo" (p. XXVII).

Este volumen es el primero de una selección de trabajos de Matura y recoge lo básico de su pensamiento. En ellos podemos encontrar los conceptos claves y sus derivaciones y aplicaciones.

El pensamiento de Maturana tiene su punto central en el concepto de "autopoiesis":

(...) los seres vivos son verdaderos remolinos de producción de componentes, por los que las sustancias que se toman del medio, o se vierten en él, pasan participando transitoriamente en el interrumpido recambio de componentes que determina su continuo revolver productivo. Es esta condición de continua producción de sí mismos, a través de la continua producción de recambio de sus componentes, lo que caracteriza a los seres vivos, y lo que se pierde en el fenómeno de la muerte. Es a esta condición a la que me refiero al decir que los seres vivos son sistemas autopoiéticos, y que están vivos sólo mientras están en autopoiesis. (Biología del fenómeno social, p. 5)
Los seres vivos tienen dos "dominios operacionales": el que llamaríamos interior, el de su "dinámica estructural", su fisiología, y el del "entorno", que se manifiesta en unas "conductas" determinadas. Desde esta perspectiva, "la historia individual u ontogenia de todo ser vivo transcurre, o se da, constitutivamente como una historia de cambios estructurales que siguen un curso que se establece momento a momento determinado por la secuencia de sus interacciones en el medio que lo contiene" (Origen de las especies por medio de la deriva natural, p. 110). Los sistemas vivos, todos los organismos, de los más simples a los más complejos, "son sistemas estructuralmente determinados, y nada externo a ellos puede especificar o determinar qué cambios estructurales experimentan en una interacción; un agente externo, por lo tanto, puede sólo provocar en un sistema vivo cambios estructurales determinados en su estructura" (Biología de la experiencia estética, p. 43). Esto significa básicamente que son los organismos los que modifican su propia estructura. Los elementos exteriores no pueden producir modificaciones de las estructuras; las estructuras se van modificando, pero por medio de cambios desde el interior. No es el entorno el elemento que modifica la estructura, ya que los cambios son cambios que provienen del interior.

Esta ideas de "determinismo estructural" y "autopoiesis" se extienden más allá del ámbito orgánico tradicional y afectan a la teoría del conocimiento y a la teoría social. Conceptos como "emoción" o "conversación" pasan a integrarse en los diferentes niveles orgánicos y sociales:

a) Una cultura es una red de conversaciones que definen un modo de vivir, un modo de estar orientado en el existir tanto en el ámbito humano como no humano, e involucra un modo de actuar; un modo de emocionar, y un modo de crecer en el actuar.

b) Los distintos sistemas de convivencia que constituimos en la vida cotidiana se diferencian en la emoción que especifica el espacio básico de acciones en que se dan nuestras relaciones con el otro y con nosotros mismos. Así, tenemos: i) sistemas sociales, que son sistemas de convivencia constituidos bajo la emoción amor, que es la emoción que constituye el espacio de acciones de aceptación del otro en la convivencia. Según esto, sistemas de convivencia fundados en una emoción distinta del amor no son sistemas sociales; ii) sistemas de trabajo, que son sistemas de convivencia constituidos bajo la emoción del compromiso, que es la emoción que constituye el espacio de acciones de aceptación de un acuerdo en la realización de una tarea. Según esto, los sistemas de relaciones de trabajo no son sistemas sociales; iii) sistemas jerárquicos o de poder, que son sistemas de convivencia constituidos bajo la emoción que constituye las acciones de autonegación y negación del otro en la aceptación del sometimiento propio o de otro en una dinámica de orden y obediencia. Según esto, los sistemas jerárquicos no son sistemas sociales (Ontología del conversar, p. 31)

Schmidt, el editor de Maturana en alemán, nos dice Torres Nafarrate, señala que a "todo aquel que desee un mejoramiento del actual sistema social, le haría bien pensar que sin un cambio de las disposiciones cognitivas, no es posible ningún cambio social y político. Las revoluciones sociales presuponen revoluciones culturales" (p. XVIII).

Para Maturana, el lenguaje es el ámbito de lo "humano":

...todo quehacer humano se da en el lenguaje, y lo que en el vivir de los seres humanos no se da en el lenguaje no es quehacer humano; al mismo tiempo, como todo quehacer humano se da desde una emoción, nada humano ocurre fuera del entrelazamiento de lenguajear con el emocionar, y, por lo tanto, lo humano se vive siempre en un conversar. Finalmente, el emocionar en cuya conservación se constituye lo humano al surgir el lenguaje, se centra en el placer de la convivencia en la aceptación del otro junto a uno, es decir, en el amor, que es la emoción que constituye el espacio de acciones en el que aceptamos al otro en la cercanía de la convivencia (Ontología del conversar, pp. 28-29)
La riqueza del pensamiento de Maturana excede el ámbito de las ciencias, o quizá sería más acertado señalar que el conocimiento es global y sólo está separado por la estructura racionalizada que le hemos creado estableciendo ámbitos separados. El conocer, para Maturana, es un proceso natural que, cuando sigue determinadas fórmulas y convenciones metodológicas, es considerado por la sociedad como científico. Es decir el carácter "científico" proviene de los "criterios de validación de las explicaciones científicas" establecidos. El distanciamiento objetivante buscado por la ciencias hace que los científicos no sean necesariamente los más sabios. Dice Maturana

El camino de la ciencia moderna no es el camino de la sabiduría de vivir en los mundos en que habitamos los seres humanos, aunque no forzosamente lo tiene que contradecir. El camino de la sabiduría, al igual que el camino de la comprensión, la preocupación y la responsabilidad por las consecuencias de nuestras acciones en los mundos que los seres humanos ponemos de manifiesto y vivimos, deben ser cultivados en especial si es que han de tener alguna presencia en nuestra vida diaria (La ciencia y la vida diaria: la ontología de las explicaciones científicas, p. 89)


Joaquín Mª Aguirre .

Sociocibernética. Marco sistémico y esquema conceptual

Juan-Luis
Pintos

Santiago de
Compostela,
1994

El modelo de metodología sociocibernética de Niklas Luhmann
Estamos todavía en los albores de la emergencia de la investigación interdisciplinar orientada desde la cibernética de segundo orden. En el campo de las ciencias sociales, y en particular en la sociología no se han abordado las cuestiones más específicas desde esa perspectiva que podemos empezar a denominar sociocibernética. La siguiente contribución intenta poner a disposición del público interesado dos muestras de distinto valor, pero específico y grado de elaboración, de la utilización de planteamientos sociocibernéticos en el campo de lo propiamente sociológico (si es que nos es lícito seguir empleando tales denominaciones más allá de su valor clasificatorio académico). En la primera parte de este capítulo tratamos de exponer los enfoques de la cuestión metodológica tal como lo viene haciendo el profesor de la Universidad de Bielefeld Niklas Luhmann. En la segundo parte presentamos una de las posibilidades de entender los planteamientos de la posición luhmaniana (que no una "aplicación" de su metodología a cuestiones concretas.

1.1 Emergencia de la perspectiva luhmaniana

Pocas figuras más polémicas en su recepción por los ámbitos académicos y profesionales de la sociología que la de Niklas Luhmann [1]. Pocos pensadores más deformados o ignorados a pesar de su abundante producción a lo largo de los últimos veinticinco años pues sus textos (no más dificultosos que los de Jürgen Habermas, por ejemplo) han quedado prácticamente confinados en el ámbito de la lengua alemana [2]. Mientras que en el ámbito francés no se tiene noticia de él hasta muy recientemente [3], en el ámbito anglosajón y estadounidense es prácticamente ignorado [4]; por el contrario, será en países mediterráneos, de Sudamérica y del lejano oriente [5] donde se ha empezado a conocer la obra luhmaniana desde los años setenta. Por lo que respecta a la recepción y discusión de sus planteamientos podemos señalar que, además de las múltiples obras editadas en Alemania, han sido Italia y España las que más han contribuido a su difusión [6].
El principal problema de la recepción de la obra luhmaniana ha consistido en que los comentaristas y críticos que conocían su existencia vinculaban su línea de pensamiento al "estructural-funcionalismo" de Talcott Parsons, o interpretaban sus planteamientos a partir de la discusión (iniciada en el XVI Congreso de Sociología alemana, en Frankfurt en 1968, y todavía no rematada) con Jürgen Habermas [7]. Caer bajo la "zona de sombra" de esos "gigantes" y no ser devorado por ellos (ni arrollado por las operaciones publicitarias que los han acompañado) es un mérito particular de la compleja posición de Luhmann en el marginal campo de la teoría sociológica. Es más, la particular productividad intelectual de los últimos diez años en los que ha dado a luz obras sistemáticas ( Soziale Systeme [1984], Die Wirtschaft der Gesellschaft [1988], y Die Wissenschaft der Gesellschaft [1990]), múltiples artículos sobre temas específicos (Soziologische Aufklärung 4 [1987], Soziologische Aufklärung 5 [1990], etc.) y tratamientos aplicados desde su perspectiva teórica (comunicación, ecología, riesgo, cibernética, etc., como por ejemplo: Ökologische Kommunikation [1986], Soziologie des Risikos [1991], o Beobachtungen der Moderne [1992]) lo ha convertido en uno de los sociólogos europeos más sensibles a los problemas de las sociedades globales.

Desde su propia posición marginal a la sociología académica (contra cuyas "tradiciones" arremete) y a la sociología profesional (cuyo déficit teórico y trivialidad resalta) difícilmente hubiera llegado Luhmann a ocupar el lugar relevante que semeja haber adquirido recientemente si no se hubieran producido hechos como el desgaste de las teorías, la crítica posmoderna a la Ilustración y sus secuelas, el maridaje de teoría analítica y marxismo y, finalmente, la progresión y afianzamiento de las corrientes constructivistas interdisciplinares [8]. Muy probablemente no vuelvan a coincidir en el tiempo esos fenómenos que han hecho emerger [9], desde un trasfondo de equívocos, ignorancia y falsos debates un pensamiento y una obra cuya necesidad para comenzar a pensar nuestro mundo desde una perspectiva nueva, compleja y enriquecedora se ha manifestado muy lentamente a lo largo de más de veinte años.

El problema que se nos plantea ahora es el de presentar estrictamente la metodología luhmanniana separada de su teoría y de su propia autoconstitución como método cualitativo de conocimiento de la sociedad. Primero resumiremos los principales rasgos por los que se adscribe críticamente a un método funcionalista como instrumento válido de la investigación social actual. Después trataremos de explicar como ha vinculado ese método funcional con la teoría de sistemas en general, y en particular con la teoría de sistemas sociales autorreferentes. A partir de ese marco fundamental del pensamiento metodológico luhmanniano presentaremos algunos procedimientos concretos de análisis como son la observación y la codificación como instrumentos válidos de una metodología constructivista operacional.


1.2 Método funcional

La situación actual de la teoría sociológica nos está permitiendo superar determinados "reflejos condicionados" (o prejuicios, producto en la mayoría de los casos de planteamientos doctrinarios y de la ignorancia) ante determinadas escuelas o corrientes de pensamiento sociológico. Si ya podemos hablar pluralmente de los "marxismos", hora es también de reconsiderar los "funcionalismos". Una forma de escapar de esta etapa de, probablemente enriquecedora, pluralidad es utilizar el discurso de los "Neos". Así, algunos manuales recientes con impenitentes obsesiones clasificatorias, tratan de recuperar una supuesta "sociología unificada" (según el obsoleto modelo ideal de "Unified Science") y emplean términos tales como "Neomarxismo", "Neofuncionalismo", "Neoestructuralismo", etc. Por el contrario, Luhmann es muy consciente de la plural situación a la que el pensamiento sociológico debe responder y expresa, en el pórtico de su obra de síntesis, su intención primaria: "Desarrolla una teoría policéntrica y por consiguiente policontextual, en un mundo y una sociedad concebidos acéntricamente. (...) La edificación de la teoría se asemeja, de este modo, más a un laberinto que a una autopista con un final feliz" (Luhmann, 1984, 14 / 14 [10]).
Desde sus primeros artículos hasta la actualidad, Luhmann ha insistido en denominar funcional a su método; con la misma insistencia lo ha diferenciado del "estructural-funcionalismo" y en particular de la versión parsoniana. Independientemente de las cuestiones académicas de erudición histórico-teóricas nos interesa aquí el aclarar en qué consiste específicamente esa connotación de "funcional".

Para no tener que remontarnos demasiado lejos, ni tener que entrar en excesivas precisiones conceptuales diremos, sintéticamente, que el valor teórico de lo funcional se enmarca en la distinción "causalidad / posibilidad". Frente a la clásica idea de ciencia como "conocimiento de los fenómenos por sus causas", Luhmann va a establecer la alternativa de los "equivalentes funcionales". La conclusión a la que llega en sus primeros escritos es la siguiente:

La ventaja que brinda el análisis funcional consiste no en la certeza del enlace de causas específicas con efectos específicos, sino en la fijación de un criterio de referencia abstracto, a saber, del "problema" a partir del cual diferentes posibilidades del hacer, hechos sociales que exteriormente parecen distintos, pueden ser tratados como equivalentes funcionales. La racionalización del planteamiento del problema mediante una construcción abstracta de posibilidades de comparación es el verdadero sentido del método funcional (Luhmann, 1964, 35/58-59).

A tal conclusión llegará después de hacer la crítica rigurosa de determinados aspectos del funcionalismo, como la equiparación de necesidades y motivos (que ahorra los problemas de la comprobación empírica), la generalización de una determinada teoría del equilibrio (que refiere las explicaciones funcionales exclusivamente a sistemas que se mantienen en equilibrio respecto a su entorno) [11], aunque es precisamente este concepto de generalización el que le permite a Luhmann abrir una brecha en el esquema cerrado de la causalidad. Pues lo general es inespecífico y resulta estable porque mantiene abiertas varias posibilidades diferenciables empíricamente (Luhmann, 1962, 12/16).

El análisis funcional vuelve comparables una amplia variedad de hechos, porque abre un ámbito de comparación por la equivalencia funcional con respecto a diversas posibilidades. Asume Luhman este principio de equivalencia funcional como un principio metódico (a través del cual separa el funcionalismo de las ciencias causales) que define la función, en una primera consideración, como "un esquema lógico regulador que organiza un ámbito de comparación de efectos equivalentes. Caracteriza una posición especial a partir de la cual pueden ser comprendidas diversas posibilidades bajo un aspecto unitario" (14/20). Apela a la lógica y a la matemática para fundamentar el concepto de equivalencia y llegar a definir la variable por un criterio de referencia funcional en base al cual se puede decidir qué posibilidades entran en consideración para completarla. Se pasa así a definir la función como principio regulativo para la comprobación de equivalencias dentro del marco de las variables funcionales.

Se puede plantear así el problema central del análisis funcional: la unidad de referencia considerada como problema. Esto significa que las afirmaciones del funcionalismo no atañen a una relación de causa y efecto, sino a una relación de varias causas o de varios efectos entre sí, es decir, la verificación de equivalentes funcionales. La posibilidad de una respuesta a este cuestión se ha planteado a partir de la permanencia de los organismos y de los sistemas; un orden social no está fijado rígidamente, según un tipo, como un organismo, puede sufrir profundos cambios estructurales sin abandonar su identidad y su existencia continua. El criterio de mantenimiento del sistema es un principio de generalización. No se trata de comprobar unidades de referencia como efectos legítimamente provocados por determinadas causas. Por el contrario, tiene que descubrirse en un sistema de acción los puntos problemáticos que rigen las posibilidades de variación del sistema. Un criterio de referencia debe poder funcionar como criterio de decisión para equiparar determinados hechos. Define de este modo el campo de flexibilidad, de capacidad de adaptación, de indiferencia hacia las desviaciones y de tolerancia respecto a las contradicciones, un campo de libertad de elección de soluciones, que según dicho criterio son igualmente útiles o al menos igualmente inocuas. El problema del mantenimiento de un sistema debe descomponerse en una serie de interrogantes abstractos, elegidos de tal manera que -precisamente por su calidad de abstractos- sean apropiados para poner en evidencia las equivalencias funcionales y de este modo servir como una especie de control generalizado del sistema (Luhmann, 1962, 19/31).

De aquí que Luhmann llegue a presentar la teoría funcional que "comienza con una definición de problemas sistémicos abstractos que exigen determinados efectos funcionales equivalentes; en todo momento pueden ser reemplazados por mejores planteamientos de problemas; del criterio de referencia no es posible deducir lógicamente cuáles son los efectos funcionales que entran en consideración" (22/36). Esto le lleva a completar anteriores descripciones del método funcional, afirmando que el análisis funcional no fija al actor en el final perfecto-duradero de su hacer o en el fin correctamente imaginado (o presentado); tampoco intenta aclarar la acción por causas según leyes. Lo interpreta según puntos de vista abstractos y permutables, elegidos para hacer comprensible la acción como posibilidad [12].

En síntesis, el fin del conocimiento ya no es la comprobación de la sustancia inmutable, semejante a sí misma en su esencia, sino el control sobre las alternativas. El ser es digno de conocimiento no en la medida en que excluye otras posibilidades, sino porque las ordena y las hace accesibles con la ayuda de métodos abstractos. Habría que rechazar "la interpretación de lo igual como análogo" para tratarlo "como distinto pero equivalente" (Luhmann, 1964, 50/62).


1.3 Una teoría funcional de los sistemas sociales

La teoría de referencia es indudablemente la de Parsons. Pero Luhmann parte de una crítica central a dicha teoría: el fundamento de los fallos de la teoría sistémica estructuralmente funcional radica en su propio principio, a saber, en que antepone el concepto de estructura al concepto de función. De esta manera, la teoría estructuralmente funcional pierde la posibilidad de problematizar las estructuras y de preguntar acerca del sentido de la formación de las estructuras según sea el sentido de la formación de los sistemas. La solución que encuentra Luhmann es la de invertir los conceptos, anteponiendo el concepto de función al de estructura, en el sentido ya señalado en el párrafo anterior.
Otra clarificación inicial consiste en rechazar la idea ontológica de sistema, de la que han surgido los conceptos de organismo y de máquina. El sistema era una ordenación de partes para integrar un todo; del orden interno de las partes surge el todo que es algo más que la mera suma de las partes. Se problematizó el orden interno del sistema, su racionalidad, mientras que el entorno se ignoraba o era considerado sólo como algo englobante.

El proceso por el que la actual teoría de sistemas se ha ido separando de esa concepción se ha planteado secuencialmente. Primero se sustituye la diferencia tradicional entre todo y parte por la diferencia entre sistema y entorno. Sigue una generalización del procedimiento diferenciador por el que se van estableciendo nuevas diferencias de sistema y entorno en el interior del sistema; el sistema global se utiliza como entorno de los sistemas parciales. Finalmente, desarrollando la idea de sistemas abiertos se ha llegado a la teoría de los sistemas autorreferenciales (Luhmann, 1984, 22-24/30-31) [13].

Los sistemas sirven para una reducción de la complejidad, y precisamente a través de la estabilización de la diferencia dentro/fuera. [...] Los sistemas sociales son sistemas identificables por el sentido [...] Sentido es una determinada estrategia de comportamientos selectivos bajo condiciones de elevada complejidad (Luhmann, 1971a, 11-12)

Se plantea así el tema más recurrente en la perspectiva luhmaniana de teoría de los sistemas que es el de la complejidad con su correlato del sentido como estrategia de reducción de la complejidad. De ahí que podamos llegar a una primera definición de la sociedad como "aquel sistema social que institucionaliza las reducciones últimas y fundamentales [...], aquel sistema social cuyas estructuras son decisivas para mantener el alto nivel de complejidad de la humanidad ("der Mensch"), de tal forma que se pueda vivir y actuar con sentido" (Luhmann, 1971a, 16-17). Pues, frente a las sociedades anteriores a la modernidad en las que el sentido era proporcionado desde un todo compacto, actualmente los procesos de sentido están fragmentados en subsistemas (verdad, derecho, amor, etc.), lo cual viene a significar que cada sentido determinado es una elección entre otras muchas posibilidades, "cada sí implica varios noes" (ibid., 22).

El programa de análisis sociológico que se planteó hace más de veinte años por Luhmann para el desarrollo de su teoría de los sistemas sociales consistía en los siguientes puntos:

1. Las sociedades complejas deberían sustituir las premisas concretas de la elaboración de la experiencia por otras abstractas;

2. deberían separar radicalmente persona de rol;

3. deberían institucionalizar en los subsistemas particulares un alto grado de discrecionalidad; y

4. están condenadas a la diferenciación funcional (ibid., 22-23).

Con ello se llegaría a reelaborar la reducción de la complejidad y las particularidades de la interpretación con sentido, pensando más consecuentemente en funcionalista que hasta entonces.

Así se podría captar "la sociedad como aquel sistema social, que limita en sus fronteras con una complejidad indeterminada y no manipulable y con ello estructura las posibilidades que pueden ser captadas y realizadas en esa sociedad" (ibid., 24).

La relación entre análisis funcional y teoría de los sistemas pasa para Luhmann por el procedimiento de construcción del problema. El problema es el de la complejidad no el del mantenimiento del sistema. El análisis funcional sirve para adquirir información y regula y precisa las condiciones bajo las cuales las diferencias significan distinción. Se comprende lo existente como contingente, y lo diverso como comparable. Relaciona lo dado, ya sean estados o acontecimientos, con puntos de vista del problema e intenta hacer comprensible e inteligible que el problema puede resolverse así o bien de otra manera. (Luhmann, 1984a, 83-84/72-73).

Tenemos que retomar, para concluir esta versión luhmanniana de los planteamientos sistémicos, un cabo que dejamos suelto anteriormente y que quizás constituya la principal aportación a la construcción de un método sociocibernético. Me estoy refiriendo al concepto de autorreferencia y de sistemas autorreferentes.

Luhmann recoge de la biología y las ciencias cognitivas el concepto de autoorganización [14], que se refería primariamente a las estructuras del sistema, y el de autopoiesis que es una forma particular de autorreproducción, por la que se mantiene la unidad y la totalidad del organismo, aun cuando los elementos que lo componen se transformen continuamente y lleguen a desaparecer [15]. La autorreferencia es el proceso por el que los sistemas se diferencian internamente, los sistemas sólo pueden referirse a sí mismos en la constitución de sus elementos y operaciones elementales. La clásica distinción de sistemas "abiertos" y "cerrados" es sustituida por la cuestión de cómo la clausura autorreferencial puede producir apertura (Luhmann, 1984, 25 / 32). El concepto de autorreferencia designa la unidad constitutiva del sistema consigo mismo: unidad de elementos, de procesos, de sistema.

Las operaciones autopoiéticas fundamentales se corresponden con los tres sistemas principales, los sistemas vivos, los sistemas psíquicos y los sistemas sociales, y serían la vida, la conciencia y la comunicación. En el caso de los sistemas sociales, que es el que nos interesa, no existe ninguna comunicación fuera de la comunicación de la sociedad, afirma Luhmann. "Este sistema es el único que utiliza este tipo de operación, y en este medida es real y necesariamente cerrado, lo cual, por otro lado, no es válido para los otros sistemas sociales. Estos tienen que definir su manera específica de operación y determinar su identidad a través de la reflexión, para poder regular cuáles son las unidades internas de sentido que posibilitan la autorreproducción del sistema, por lo tanto, cuáles son las unidades de sentido que hay que reproducir siempre de nuevo" (Luhmann, 1984, 64 / 56).

Este tipo de constitución autorreferente de los sistemas sociales nos conduce al campo de las circularidades, de las paradojas y de las tautologías, con las correspondientes necesidades de desparadojización y destautologización. Y para ello nos ofrece Luhmann el concepto de asimetrización. La clausura del sistema no nos permite acudir al entorno para acceder al estado de apertura necesario para captar la comunicación. Sin embargo, para posibilitar sus operaciones, el sistema selecciona puntos de referencia que, en estas operaciones, dejan de ser cuestionados y se aceptan como preestablecidos. Se opera así una función del sistema que nos permite pasar a otro campo metodológico central en la teoría funcional de los sistemas autorreferentes: el campo de la observación.


1.4 Observación, referencia, construcción

Partamos de la definición más sintética de observación:
Observar es, como repetimos siempre, generar una diferencia con la ayuda de una distinción, que no deja fuera con ello nada distinguible. En el medio verdad el sistema comunicativo sociedad constituye el mundo como una totalidad, que incluye todo lo que es observable y hasta el observador mismo. Con ese objetivo se establece en el mundo un sistema observador que se observa a sí mismo, que tiene disponibilidad sobre el valor reflexivo de la falsedad (y tiene disponibilidad también sobre lo observable, lo empírico y la fáctico, evidentemente) y de ese modo puede marcar algo cuyo correlato no puede ser atribuido al mundo. El refinamiento de esta distinción verdadero/falso consiste precisamente en que es utilizable operativamente, por tanto que funciona empíricamente (lingüísticamente) en el mundo, pero que al mismo tiempo, en cuanto distinción, no se proyecta sobre el mundo. La distinción no presupone ningún mundo correlativo para la falsedad. El mundo excluye el incluye la falsedad, y esto es también válido en el uso de los códigos sobre sí mismos, en la investigación de la verdad y también en la observación de la propia paradoja.

Pues el observar no es otra cosa que un señalar diferenciante [19].

Los componentes fundamentales de la operación son tres: distinción de la diferencia, construcción de la marca (de un lado de la diferencia) como posición, y establecimiento de la unidad inseparable de marca y diferencia [20].

En uno de sus últimos trabajos sobre la cuestión de la posibilidad de observación de las estructuras latentes [21] cita Luhmann una frase de von Foester que desde su oscuridad paradójica nos puede iluminar las explicaciones que tratamos de dar. La frase es la siguiente:

No se puede ver, que no se ve lo que no se ve [22]. (Doble ciego).

No se puede entender esta afirmación si partimos de una supuesta unidad de un sujeto cognoscente que se sitúa frente a un objeto, pues el sujeto o ve o no ve, puede ver o no puede ver. Lo mismo sucedería si colocamos a una serie de sujetos que contemplan el mismo mundo (nivel de la "intersubjetividad").

Pero podríamos comenzar a entenderla si hacemos caso del slogan: "Draw a distinction" de Heinz von Foester. Observar se convierte entonces en la elaboración de una distinción, una operación con una estructura bastante compleja. Una distinción tiene siempre dos partes, consiste propiamente en una frontera que hace posible diferenciar ambas partes y pasar de una a otra. El sentido que tiene la separación de ambas partes y su marcaje por la forma de la distinción, es obligar al observador a salir de una parte de lo distinguido (y no de la otra). Se tiene que indicar lo que será observado; hay que "dar una referencia". Con ello damos también una indicación que se mantiene oculta, que hay otra parte de la cual, al menos provisionalmente, no hablamos.

La observación sería una operación que utiliza una distinción para marcar una parte y no la otra. Una operación, por tanto, con dos componentes: la distinción y la indicación de la marca, que no pueden ser fusionadas ni separadas. Ello nos lleva a preguntarnos por la distinción misma que no pertenece ni a uno ni al otro lado y queda, con ello fuera de la posibilidad de observación, inobservable, pues no puede ser marcada ni en uno ni en otro lado. Por eso la distinción es el "punto ciego", que en cada observación se presupone como la condición de su posibilidad: el observador es lo no-observable [23].

De ahí la necesidad de una "observación de segundo orden" para poder establecer un procedimiento científico de construcción de la realidad social. Se produce una observación de segundo orden cuando se observa a un observador en cuanto observador. "En cuanto observador" significa: con respecto al modo y manera como observa; es decir, en relación a la distinción que utiliza para marcar un lado y no otro.

Pero podemos apreciar algunas dificultades en estos planteamientos. Por ejemplo, la de que la operación básica de la observación garantiza a sí misma su propia realidad; no adquiere su realidad de aquello que observa, ni tampoco, en la observación de segundo orden, del observador al que observa. No depende del consenso, sino que tiene el mismo valor de realidad cuando provoca el disenso. Le basta el ser realizada fácticamente [24]. Tiene que tener éxito como operación, pero ¿cómo es esto posible?

Una secuencia organizada, anticipatoria y recurrente, de operaciones tiene que observarse como sistema, distinguirse por tanto de un entorno operativo inaccesible. Tiene que poder observarse la secuencia de operaciones como señalamiento de fronteras, como localización de los pertenecientes y como destierro de los extraños. Se tiene que poder observarse a sí mismo como sistema operativo (lo que no tiene que significar, sistema observador). Se tiene que poder distinguir entre la autorreferencia y la referencia exterior. El valer de sus valores, eso es el sistema. El sistema como frontera, como forma con dos lados, como distinción entre sistema y entorno. Con ello se clarifica lo que viene a significar observar a un observador. Es decir: observar un sistema que realiza por su parte operaciones de observación. (Luhmann, 1991a, 238-242)

Con ello Luhman se integra en un programa "constructivista", aunque se integración mantenga su propio "toque" de ironía reflejada en el título de uno de sus últimos artículos: "El programa cognitivo del constructivismo y la persistentemente desconocida realidad" (Luhmann, 1990b). Por otro lado, propugna para el llamado "constructivismo radical" la formulación de "constructivismo operativo. Y lo justifica del siguiente modo: "Pues la diferencia con el idealismo subjetivo consiste apenas en el grado de radicalidad, cuanto más en que la referencia al sujeto es sustituida por la referencia a un sistema autorreferencial, empíricamente observable y operativamente clausurado" (Luhmann, 1991b, 73).

Para Luhmann una sociedad que diferencia sus principales componentes en correspondencia con funciones específicas es una sociedad que necesita de acrecentar los rendimientos del conocimiento pues está sometida a un alto grado de improbabilidad (o de inverosimilitud). El estado actual de las ciencias cognitivas no permite dar un fundamento sólido a las certezas, y concluye:

No sería quizas la última ni la menos importante función de la teoría del conocimiento constructivista el hacer caer en la cuenta de modo irritante a la sociedad de qué es lo que consigue cuando produce ciencia (Luhmann, 1990b, 58).


1.5 Códigos, criterios y programas

En respuesta a las críticas expresadas por Habermas en El discurso filosófico de la modernidad (Habermas, 1985, 434/453), plantea Luhmann como contraréplica la trivialización del discurso habermasiano ("una especia de cibernética de tercer orden"), porque "la descripción de la descripción de descripciones (alude a las reflexiones de Habermas sobre lo que hegel dice de Kant, o lo que Heidegger dice de Nietzsche, etc.) alcanza una considerable exactitud a través de esa simplificación, pero también al mismo tiempo genera una distancia apenas insalvable de las operaciones sociales reales, que son glorificadas, a través de una luz indirecta, como mundo de la vida" (Luhmann, 1986, 60 nota). Porque Luhmann es muy consciente de los condicionantes estructurales de toda operación y de toda observación. Por ello se hace relevante la observación de segundo orden, ya que en ella se hace posible el analizar y comparar dichos condicionantes y limitaciones.
De ellos, los más importantes para romper la barrera de la clausura sistémica y entrar en los procesos de comunicación social son la codificación y la programación, a los que vamos a dedicar brevemente nuestra atención.

Desde la posición de la cibernética de segundo orden toda condificación binaria tiene la función de liberar al sistema, que opera bajo ese código, de tautologías y paradojas. "La unidad que sería insoportable bajo la forma de una tautología (por ejemplo: la justicia es justa [25]) o en forma de una paradoja (no se tiene derecho a mantener su derecho [26]), se sustituye por una diferencia (en el ejemplo: la diferencia de justicia e injusticia [27]). Entonces puede el sistema orientar sus operaciones hacia esa diferencia, puede oscilar dentro de esa diferencia, puede desarrollar programas que regulen la subordinación de las operaciones a la posición y contraposición del código, sin plantear el problema de la unidad del código" (Luhmann, 1986, 76-77).

Algunas de las principales características de los códigos binarios serían las siguientes:

Son construcciones totalizadoras, construcciones de mundo con exigencias de universalidad y sin limitación ontológica. Todo lo que está ausente de su ámbito de relevancia se subordinará a uno u otro valor por la exclusión de una tercera posibilidad;
La totalización como relación a todo lo que en el código puede ser tratado como información implica una contingencia sin excepciones de todos los fenómenos;
Los códigos abstracciones hipotéticas [28], pues sólo son válidos para un determinado uso en el ámbito de la comunicación no escogido por ellos;
Los códigos desparadojizan;
El codificar utiliza y perfecciona una antigua intuición: "Contrariorum est eadem disciplina". La diferencia integra;
La codificación binaria tiene que renunciar a que el valor que orienta el código (verdad, justicia, propiedad, etc.) sirva al mismo tiempo como criterio de selección;
La diferencia entre código y criterio para la corrección de las operaciones (o entre codificación y programación) posibilita una combinación de clausura y apertura en el mismo sistema. (Luhmann, 1986, 78-83)
En el análisis de las estructuras de un sistema hay que distinguir entre dos niveles: el nivel de la codificación y el nivel en el que se fijan (y en su caso cambian) las condiciones de realización correcta de operaciones. Los valores del código no son criterio, la verdad misma por ejemplo no es criterio de verdad. Los criterios aluden (según una antigua tradición de conceptos como Canon, Criterion, Regula) a una codificación binaria pero no son uno de los polos de ese código. Por eso se establece la distinción entre codificación y programación. En el nivel de la codificación el sistema se va diferenciando funcionalmente, se establece como sistema cerrado a través del "tercio excluso". En el nivel del programa se establecen las condiciones para la correcta selección de las operaciones, se posibilita la concretización (u "operacionalización") de las exigencias planteadas al sistema, se hace también posible el cambio de las estructuras del sistema sin la pérdida de su identidad, y se puede organizar un cierto ámbito de capacitación y aprendizaje. Por todo ello se establece la posibilidad real de funcionamiento alternativo del sistema como abierto y cerrado.

Concluimos así esta presentación de la metodología luhmaniana, presentación que hemos pretendido hacer respetando al máximo la terminología y el estilo de su autor, y que supone un esfuerzo de enorme síntesis y simplificación de un pensamiento y un estilo transido por la complejidad.


2 Un modelo de análisis de los imaginarios sociales:
Algunas especificaciones metodológicas

Los procedimientos de observación de los fenómenos sociales tienen unas peculiaridades que los diferencian de la mera reproducción de representaciones percibidas. La validez de los resultados obtenidos mediante la observación va a depender necesariamente del control sobre los procedimientos, por ello, en nuestras investigaciones sociológicas hemos introducido un esquematismo de referencias que ha resultado bastante fecundo en sus aplicaciones a los casos concretos.
Si hemos llegado a la conclusión de que la investigación en sociología se orienta hacia las posibilidades (y deja al margen las causalidades), tenemos que tratar de reducir la complejidad de las diferentes posibilidades estableciendo una distinción de base entre ubicación espacio-temporal de los sistemas a investigar por un lado, y ordenación de la significación de los distintos elementos significantes, por el otro. Para ello, vamos a presentar aquí, muy sumariamente, ambos marcos de referencia.


2.1 El marco de referencias espaciotemporales

Los sistemas de pensamiento posteriores a Kant han asumido que el esquematismo espacio-temporal es una condición de posibilidad básica para poder establecer un discurso sobre cualquier tipo de experiencias y elaboraciones conceptuales con pretensión de comunicabilidad. Las ciencias sociales han solido cuidar estrictamente la ubicación histórica, geográfica y cultural de sus programas de investigación. Pero lo que posteriormente sucedía en las investigaciones concretas manifestaba una enorme dispersión de concepciones básicas acerca de estas referencias.
No vamos a entrar aquí en la discusión de los diferentes modelos, ya que en este campo la ideología positivista mantiene aún unos reductos inexpugnables cuyo "numantinismo" cuantitativista se desvela cada vez más frecuentemente como legitimaciones vergonzantes de situaciones de dominación y de privilegio. Nos limitaremos a presentar nuestra propia alternativa, y explicar sucintamente los elementos que la integran.


2.1.1 Duración

El eje de las abscisas dentro de las coordenadas cartesiana ha solido representar el paso del tiempo bajo forma lineal. Entendemos, desde un universo simbólico simple, que el trazo de una línea horizontal de izquierda a derecha en un plano vendría a significar la trayectoria del pasado (situado a la izquierda, en el origen de la línea al ser nuestra escritura de izquierda a derecha), mientras que el punto final (situado a la derecha) indicaría el futuro. Dentro de esa misma simplificación elemental, el punto central de la línea implicaría una referencia al presente, al momento actual.
La representación que nosotros proponemos se aparta de este esquema, no tanto en el marco espacial de representación (trayectoria izquierda-derecha), cuanto en la concepción de la temporalidad. No concebimos que los fenómenos sociales se ubiquen en momentos temporales discontinuos, que se determinen como objetos cuya existencia como "cosa" aparece o desaparece puntualmente, sino que lo que convierte determinados fenómenos de la experiencia en sociales es precisamente su permanencia, su duración.

Pero esta duración en el tiempo experimentable por los sujetos, si bien es un modo de continuidad en la existencia, tiene también sus límites. Dicho de otra manera: la duración implica una tensión entre dos situaciones de duración y de no-duración; aquella en la que algo "todavía no..." ha entrado en el campo de la experiencia, en el ámbito de la existencia más allá del pensamiento o el deseo de un sujeto, y aquella otra en la que "Ya sí..." aparece en la existencia. Quedan así fundidos en uno el pasado y el futuro; la precaria existencia de lo que dura nos indica la debilidad ontológica de toda realidad presente [29]. Tendríamos entonces la primera representación:

FIGURA 1


2.1.2 Institucionalización

El eje de coordenadas se va a completar con la referencia a la ubicación espacial de los fenómenos sociales. Pero una consideración social del espacio encierra también ciertas complejidades. Pensamos que en este contexto no era lo primario una consideración del espacio como lugar de representación de lo simbólico, aunque nuestro lenguaje común esté trufado de este tipo de sistemas de referencia ("norte/sur", "izquierda/derecha", etc.). Tampoco nos parece una generalización suficiente la que se produce al delimitar el espacio (establecer fronteras, centros/periferias, etc.), o al considerar su uso o función social [30].
Sin embargo sí creemos relevante la función de institucionalización que se opera a través de una ubicación espacial. Esta institucionalización puede expresarse en valores continuos que se refieren a un arco de tensión entre el comienzo de la función institucionalizadora ("Ya sí..."), que lo diferencia de fenómenos aún no institucionalizados, y el final o la desaparición del modo institucionalizado de existencia social que linda con las nuevas posibilidades de institucionalización ("Todavía no..."). Podemos entonces completar nuestro eje de coordenadas:

FIGURA 2

La ubicación espacio-temporal de los fenómenos sociales observados es una condición para no recaer en la metafísica, como está empezando a suceder en ciencias de amplia tradición, pero todavía no nos proporciona una guía para operar metódicamente y establecer las necesarias distinciones y los correspondientes campos de significado.


2.2 La construcción bifocal de la realidad social

Las metáforas geométricas han tenido una amplia difusión en filosofía y en ciencias, sobre todo a la hora de la construcción de modelos y tipificaciones. Mientras que determinados planteamientos proponían el círculo, la espiral y demás figuras equilibradas y equidistantes generadas desde un centro, otros preferían una figuración de estratos o de estructuras con bases y superestructuras. Siendo plenamente consciente de los peligros que se corren de simplificación de los complejos problemas de la necesaria abstracción teórica, creemos a pesar de ello que todavía se pueden proponer determinado tipo de representaciones geométricas que busquen situar en otro nivel de comprensión lo que los conceptos sitúan en el puramente racional. Estas representaciones no eximen del "sufrimiento del concepto" pero pueden proporcionar una puerta de acceso al nivel conceptual que de otro modo permanecería clausurada.
Una metódica que establece que la realidad se construye a través de la diferencia nos está proponiendo un tipo de curva que todos reconocemos y que se denomina elipse. No podemos entrar aquí en consideraciones matemáticas sobre las propiedades de esta curva [31], sino señalar que la base de su capacidad de representación es siempre dual (ejes, focos, plano y cono, etc.), y que a partir de esa diferencia se establece una regularidad matemática, una simetría, una constancia.

Nuestra propuesta metódica consiste en comenzar definiendo, en cada problema propuesto a la investigación, cual sea la diferencia sobre la que se construye como realidad social correspondiente, que vendría a ocupar el lugar de los focos de la elipse y generaría las diferencias semánticas con respecto al eje menor (vertical). Construyamos esta figura sobre el eje de coordenadas que habíamos elaborado, tomando como ejemplo concreto el caso de la religión:

FIGURA 3

Tendríamos así que los dos campos situados a la derecha del eje menor de la elipse vendrían a construir se realidad bajo el signo de la inmanencia, mientras que los situados a la izquierda de dicho eje lo harían bajo el de la transcendencia. De modo semejante, se pueden diferenciar aún los campos situados por encima del eje mayor (o diámetro) de la elipse según el nivel de visibilidad social (que coincide en nuestro esquema con el de una mayor institucionalización, mientras que los campos situados por debajo de ese eje tenderían a ocultarse a la observación y situarse en una invisibilidad social.


2.3 El análisis de los imaginarios sociales

Esto daría pie a la diferenciación de cuatro campos de significado desde los cuales se construye de modo complejo la realidad del fenómeno social observado. Demos un paso más en la configuración de nuestro ejemplo en la figura siguiente:
FIGURA 4

En este momento del procedimiento disponemos ya de un conjunto de instrumentos con los que podemos realizar toda una serie de operaciones analíticas. No se tratará en ningún caso de establecer parámetros de medida, aunque la introducción de la figura del eje de coordenadas pudiera dar pie a pensarlo; el punto de intersección de ambos ejes no es un punto de valor nulo (= 0), sino la concentración máxima de la complejidad que vamos a desplegar analíticamente.

Para este despliegue utilizaremos siempre el instrumento de la distinción binaria, que inicialmente hay que establecer con toda rigurosidad por medio de la discusión y crítica de las diferentes posibilidades que aparecen como totalizaciones del fenómeno a investigar [32]. Desde esa diferencia primera (en el caso de nuestro ejemplo serían los conceptos de Inmanencia y de Transcendencia) se generan ya dos regiones de significado sobre las que aplicamos a su vez una nueva diferenciación propia de los procesos de construcción, la de los elementos socialmente visibles que están vinculados estructuralmente a otros que no aparecen en una observación primera o de superficie y que permanecerían socialmente invisibles si no tuviéramos un procedimiento analítico para sacarlos a la luz. Este instrumento coincide con la ubicación espacial diferenciada del fenómeno social en proceso de investigación, a lo que venimos denominando institucionalización.

Con ello disponemos de una nueva perspectiva de análisis que diferencia en los dos campos establecidos otros dos nuevos campos, según la fortaleza o debilidad de la ubicación institucional. Obtenemos, por tanto cuatro ámbitos diferenciados en los que podemos trabajar sobre los disímiles significados sobre los que está construida la realidad social que venimos investigando. Cada uno de ellos reproduce parcialmente el esquema general sin proporcionar unidades de medida ni valoraciones cuantitativas. En el caso que venimos tomando como ejemplo (figura 4), hemos definido una referencia básica en cada uno de los cuatro campos; según el eje vertical, los términos de "Iglesia-Secta" y de "Mundo" vendrían referidos por una analítica de la inmanencia, mientras que los términos de "absoluto" y de "sentido" referirían una analítica de la transcendencia. Con respecto al eje horizontal de la ubicación institucional, los campos más establecidos serían los referidos al "absoluto" y al de "iglesia-secta", mientras que los de ubicación más débil serían los de "sentido" y "mundo".

Cada uno de estos cuatro campos podría llegar a clarificarse algo más si situamos a cada uno de los sistemas en relación a un entorno u horizonte de comprensión del significado. Si realizamos esta operación en el caso de la religión, tendríamos un resultado final semejante a la siguiente figura.

FIGURA 5

La denominación bajo la que hemos presentado esta figura no es arbitraria. Cuando llegamos a concluir con éxito el camino de nuestra investigación, el producto resultante no es un "mapa" en el que se puedan especificar medidas cuantificadas de variables previamente definidas, sino que vendría a proporcionar un punto de partida desde el que formular hipótesis explicativas de los fenómenos investigados. Lo que a través de nuestro procedimiento llegamos a establecer es un mapa del "imaginario social" [33], una perspectiva de conjunto, construida analíticamente, pero que permanecería totalmente muda e intransparente si no se recorre paso a paso por sus distinciones. Hay que establecerlas después de discutir las diferentes posibilidades de distinción. Hay que marcar una de las perspectivas, uno de los lados, para poder observar lo que en él sucede sin la pretensión de establecer un "punto alto" (siempre exterior al plano de la construcción de la realidad) desde el que se dominen los dos campos, porque recordemos el postulado esencial del análisis sociocibernético: que "no vemos aquello que no vemos" desde el momento que marcamos un lugar, y que sólo podemos realizar una observación desde una perspectiva.

Tenemos así, fundamentado en la distinción inicial de "Inmanencia / Transcendencia", un procedimiento analítico para desentrañar las complejidades de los fenómenos sociales construidos como realidad social. Nuestra propuesta metódica no trata de excluir a otras sino de ofrecer una base suficientemente sólida de aplicación de otros métodos y técnicas para tratar de conocer el mundo en el que nos movemos y cuáles son los dispositivos más eficaces para construirlo como realidad.


Notas

[1] Niklas Luhmann nació en Lüneburg (Nieder Saxen) en 1927. Estudia en Freiburg Derecho (1946-1953) y entra al servicio de la administración pública como funcionario del Ministerio de Educación (1956-1962). Coincide en Harvard en 1961 (obtuvo una beca para estudiar allí) con Habermas y Münch en el Seminario de Talcott Parsons. En 1965 es llamado por Helmut Schelsky para trabajar en la universidad, primero en Dortmund y en Münster, para entrar, en 1968, en la nueva universidad de Bielefeld donde ha desempeñado desde entonces su actividad docente.
[2] Puede comprobarse en Izuzquiza [1990] , que aporta una bibliografía bastante completa (hasta 1988) de las publicaciones (e inéditos) de Luhmann, que las traducciones a otros idiomas (italiano, portugués, castellano, japonés e inglés) sólo empiezan a hacerse frecuentes bien entrados los años ochenta.

[3] Y por mediación de un español (!); puede consultarse Izuzquiza, Ignacio, "Niklas Luhmann ou la société sans hommes", Cahiers Internacionaux de Sociologie, 89 (1990) 377-387, y Gras, Alain, "Quelques mots clés de la sociologie de Niklas Luhmann", Cahiers Internacionaux de Sociologie, 89 (1990) 389-398. Puede también verse una referencia a Luhmann en P.Bourdieu, Réponses (Paris, Seuil, 1992, pp. 78-79), en donde diferencia su "teoría del campo" de una tópica "teoría de sistemas" atribuida a Luhmann (en 1992!).

[4] Esta ignorancia abarca desde los manuales de teoría sociológica más actuales y extendidos (G.Ritzer, Teoría sociológica contemporánea, 3ª ed., 1992; versión castellana de 1993), hasta las obras de "Gran Teoría" (como J.S.Coleman, Foundations of Social Theory, Harvard, 1990, 993 p.; o W.G.Runciman, A Treatise on Social Theory, 2 vols., Cambridge, 1983 y 1989), pasando por autores habitualmente abiertos al ámbito cultural alemán (como R.J.Bernstein, The New Constellation, Polity, 1991; o A.Giddens & J.Turner, La teoría social hoy, [Polity, 1987] Alianza, 1990). En éste último aparece citado Luhmann en dos contextos: uno, como "seguidor" de Parsons y del estructural-funcionalismo, otro, en la polémica con Habermas publicada en 1971.

[5] Probablemente sea el italiano, el castellano, el japones y el protugués los idiomas en los que se puedan encontrar más páginas traducidas de nuestro autor.

[6] Además de las traducciones a las que aludimos en la nota anterior, citaremos dos obras recientes: I.Izuzquiza, La sociedad sin hombres. N.Luhmann o la teoría como escándalo (Barcelona, 1990) y S.Belardinelli, Una sociologia senza qualità. Saggi su Luhmann (Milano, 1993)

[7] Pueden verse las referencias de J.Habermas a N.Luhmann a lo largo de sus principales obras (Teoría de la acción comunicativa [1981], El discurso filosófico de la modernidad [1985], y la más reciente Faktizität und Geltung [1992]).

[8] Pueden apreciarse los fenómenos señalados en obras como SEIDMAN, Steven & WAGNER, David G. (Eds.), [1992], Postmodernism & social theory, Oxford : Blackwell, 1992, 380 p., LASH, Scott & FRIEDMAN, Jonathan (Eds.), [1992], Modernity & Identity, Oxford : Blackwell, 1992, 380 p., MOUZELIS, Nicos P., [1990],Post-Marxist Alternatives. The Construction of Social Orders, London : MacMillan, 1990, 210 p., ALEXANDER, Jeffrey C., [1987], Las teorías sociológicas desde la segunda guerra mundial. Análisis multidimensional, Barcelona : Gedisa, 1989, 315 p., BERTHELOT, Jean-Michel, L'intelligence du social. Le pluralisme explicatif en sociologie, Paris : P.U.F., 1990, 251 p., GUMBRECHT, H.U. & PFEIFFER, K.L. (Hg.), Paradoxien, Dissonanzen, Zusammenbrüche. Situationen offener Epistemologie, Frankfurt : Suhrkamp, 1991, 863 p., BECK, Ulrich & BONSS, Wolfgang (Hrgb.), Weder Sozialtechnologie noch Aufklärung? Analysen zur Verwendung sozialwissenschaftlichen Wissens, Frankfurt : Suhrkamp, 1989, 490 p., SCHMIDT, Siegfried J. (Hg.), Der Diskurs des Radikalen Konstruktivismus, Frankfurt : Suhrkamp, 1987, 476 p., SCHMIDT, Siegfried J. (Hg.), Kognition und Gesellschaft. Der Diskurs des Radikalen Konstruktivismus 2, Frankfurt : Suhrkamp, 1992, 456 p., COHEN, Gerald A., La teoría de la historia de Karl Marx. Una defensa, Madrid : Siglo XXI/Pablo Iglesias, 1986,405 p., ELSTER, Jon, Una introducción a Karl Marx, Madrid : Siglo XXI, 1991, 212 p., ELSTER, Jon, El cambio tecnológico. Investigación sobre la racionalidad y la transformación social, Barcelona : Gedisa, 1990, 244 p., IBAÑEZ, Jesús (Dir.), Nuevos avances en la investigación social. La investigación social de segundo orden, Barcelona : Anthropos (Suplem.nº 22), 1990, 200 p., WATZLAWICK, Paul (Comp.), La realidad inventada. ¿Cómo sabemos lo que creemos saber?, Barcelona : Gedisa, 1989, 278 p., WATZLAWICK, Paul & KRIEG, Peter (Hrsg.), Das Auge des Betrachters. Beiträge zum Konstruktivismus. Festschrift für H.von Foester, München : Piper, 1991, 278 p., FOESTER, Heinz von, u.a., Einführung in den Konstruktivismus, München : Piper, 1992, 187 p., FOESTER, Heinz von, Las semillas de la cibernética. Obras escogidas, Barcelona : Gedisa, 1991, 221 p., FOESTER, Heinz von, Wissen und Gewissen. Versuch einer Brücke, Frankfurt : Suhrkamp, 1993, 396 p., PRIGOGINE, Ilya, ¿Tan sólo una ilusión? Una exploración del caos al orden, Barcelona : Tusquets, 3ª ed., 1993, 332 p.

[9] Utilizo este concepto de "emergencia" en el sentido expuesto por F.J. Varela, en Conocer. Las ciencias cognitivas: tendencias y perspectivas. Cartografía de las ideas actuales, Barcelona, Gedisa, 1990, pp. 88-115.

[10] La primera referencia de página es al original alemán; cuando existe traducción castellana, la referencia a la página es la posterior a la barra.

[11] El quilibrio, basado exclusivamente en determinadas propiedades (homeostasis) del organismo, no es trasladable para Luhmann a los sitemas sociales: "El traslado de la idea de equilibrio a los sistemas sociales no pasa de vagas analogías y metáforas" (Luhmann, 1962, 12/16).

[12] Desde una perspectiva muy alejada de la de Luhmann (pero con algunas sorprendentes coincidencias, que no es el lugar de señalar) cual es la zubiriana, se nos propone una definición del concepto de posibilidad que queremos recuperar: "Posibilidades no es aquí aquello que no es imposible, ni siquiera aquello que es positivamente posible, sinoaquello que posibilita. Y posibilitar consiste formalmente en dar un poder sin dar una necesidad fija y unidireccional de realización de ese poder. Aquí, el poder es optar. Las posibilidades no dan el poder para optar, pero sí dan el poder optar, el poder para optar es algo que el individuo humano trae consigo, pero para poder optar con ese poder de opción se requieren estrictas posibilidades posibilitantes" (Ignacio Ellacuría, Filosofía de la realidad histórica, San Salvador, UCA Editores, 1990, p.521)

[13] En una formulación anterior del mismo proceso, alude Luhmann a las siguientes fases: 1. El todo y las partes como algo interior al sistema sin relación al entorno; 2. Teorías del equilibrio que consideran el entorno como fuente de distorsiones; 3.Teoría de los sistemas abiertos que sólo se pueden mantener con intercambios con el entorno; y 4. Teorías de sistemas cibernéticas: las relaciones sistema/entorno se conciben como diferencia de complejidad (Cfr. Luhmann, 1971a, 10-11).

[14] En Luhmann, 1984, cita en varias ocasiones a Maturana, Varela y von Foester. Estas referencias son crecientes en obras posteriores (especialmente en el artículo "Autopoiesis como concepto sociológico" en Luhmann, 1987, en el capítulo dedicado a la "Ciencia como sistema" en Luhmann, 1990a, y en los artículos del libro Observaciones de la modernidad, 1992)

[15] Cfr. H.Maturana, "Autopoiesis", en M.Zeleny (ed.), Autopoiesis: A Theoryof Living Organisation, N.York, 1981, citado por Luhmann, 1984, 57 / 54.

[16] Habría que establecer la conexión entre la perspectiva ontológica luhmanniana y la obra madura de Xabier Zubiri. Me refiero a la llamada trilogía de la inteligencia (Inteligencia sentiente, 1980, Inteligencia y logos, 1982, Inteligencia y razón, 1984), y en particular a un texto como el siguiente: "Realidad es, ante todo, según venimos diciendo una y otra vez, una formalidad de alteridad de lo aprehendido sentientemente. Y este momento consiste en que lo aprehendido queda en la aprehensión como algo "en propio", algo "de suyo". Reidad o realidad es formalidad del "de suyo" (X.Zubiri, Inteligencia sentiente. Inteligencia y realidad, Madrid, Alianza, 3ª ed., 1984, p. 191).

[17] Ver obras de Gumbrecht & Pfeiffer (1991), Beck & Bonss (1989), Schmidt (1987 y 1992), Watzlawick & Krieg (1991) y von Foester (1991, 1992 y 1993) citadas en la nota 8.

[18] Recordemos que en las grandes disputas teológicas salmanticenses acerca de la predestinación y el conocimiento de los futuribles, el papel de Dios como "observador" de la historia humana y sus sucesos era una de las premisas básicas del sistema explicativo de la libertad humana. No muy lejos de esos imaginarios estaban los analíticos que propugnaban, contrafácticamente, la posición de un "observador imparcial" (!).

[19] Luhmann, Die Wissenschaft der Gesellschaft, Frankfurt, Suhrkamp, 1990, p.268.

[20] "We take as given the idea of distinction and the idea od indication, and that we cannot make an indication without drawing a distinction", escribe George Spencer Brwon, en su obra Laws of Form (New York, 1979) citado por Luhmann, 1991a, p.239 n.

[21] Luhmann, 1991b, "Wie lassen sich latente Strukturen beobachten?, en el libro de homenaje a Heinz von Foester P.Watzlawick/P.Krieg (Hrsg.), Das Auge des Betrachters. Beiträge zum Konstruktivismus, München, Piper, 1991, pp.61-74. En esa obra se dan cita pensadores tan significativos como E.Morin, J.-P.Dupuy, H.Maturana, F.Varela además por supuesto del compilador P.Watzlawick.

[22] Ver Luhmann, 1991b, p. 61 en donde se cita el artículo de von Foester "Cybernetics of Cybernetics" publicado en : K.Krippendorff (Ed.), Communication and Control in Society, New York, 1979, p. 6. Una versión adaptada a las circustancias de esta frase ("Yo veo lo que tú no ves") la utiliza como título de un artículo en el que aborda la actualidad de la Escuela de Frankfurt (Luhmann, 1990c)

[23] En el artículo citado en la nota anterior, esboza Luhmann unos rasgos históricos del comienzo y las transformaciones de la autodescripción de la sociedad desde las novelas del siglo XVIII (en las que se permite al lector observar cosas que el héroe desconoce) hasta los planteamientos psicoanalíticos, pasando por el mismo Marx ("Con Marx esa técnica de observación [la de las novelas del XVIII] se traslada al análisis de las ciencias sociales". Luhmann, 1990c, 230). Considérese, al menos intuitivamente, si no sería posible una lectura de Das Kapital, con sus distinciones e indicaciones (Capital/trabajo, fuerzas productivas/relaciones de producción, valor de uso/valor de cambio, etc.) desde la perspectiva sociocibernética.

[24] Luhmann justifica este "giro constructivista" fundándolo en los escritos que hemos ya citado: Luhmann, 1990a y 1990b. A partir de este "giro", Luhmann se va a ocupar más en desarrollar su metodología aplicándola a diversos campos: riego, familia, religión, etc.

[25] Traducimos así: "Recht is Recht", que literalmente sería: "El derecho es derecho".

[26] Traducción de "Man hat nicht das Recht, sein Recht zu behaupten").

[27] Traducción de "Recht und Unrecht".

[28] Traducción de "Sofern-Abstraktionen".

[29] Ténganse presentes, para ampliar más estas breves indicaciones las obras de Henrí Bergson. Puede consultarse una sintética y penetrante visión de sus ideas en Gilles Deleuze, El bergsonismo, Madrid, Cátedra, 1987, 120 p.

[30] En otros lugares me he ocupado de investigar algunas de estas complejidades: J.L.Pintos, "Aproximación al estudio de los usos políticos del espacio", en A.G.H, Concepcións espaciais e estratexias territoriais na historia de Galicia, Santiago, Tórculo, 1993, pp.223-239. Y anteriormente: J.L.Pintos, Las fronteras de los saberes, Madrid, Akal, 1990, capítulo 13: "La ambigüedad constitutiva del espacio urbano", pp. 289-312.

[31] Daremos únicamente la definición que nos proporciona el Diccionario de la Academia: "Curva cerrada, simétrica respecto de dos ejes perpendiculares entre sí, con dos focos, y que resulta de cortar un cono circular por un plano que encuentra a todas las generatrices del mismo lado del vértice". Bernhart Riemann, matemático alemán del siglo XIX, enunció una serie de postulados y teoremas que constituyen la base de las geometrías "no-euclídeas" y que se denominó "geometría elíptica".

[32] Entiéndase que habló aquí de totalización y no de totalidad. Me sumo, por tanto más a una corriente fenomenológica de concebir el conjunto de la real (del tipo de la de J.P.Sartre, por ejemplo), que a las nuevas versiones del hegelianismo sociológico. Una buena descripción del problema puede verse en Martin Jay, Marxism and Totality. The Adventures of a Concept from Lukács to Habermas, Cambridge, Polity, 1984.

[33] Sobre una definición del concepto de Imaginario social puede verse: R.Ledrut, "Société réelle et société imaginaire", en Cahiers Internationaux de Sociologie, 82 (1987) 41-56; J.L.Pintos, "Orden social e imaginarios sociales" (en prensa).


Referencias bibliográficas: Luhmann, Niklas

(1962), "Funktion und Kausalität", en Soziologische Aufklärung 1, Opladen, Westdeutscher V., 1970, pp. 9-30 [hay trad.cast.: Ilustración sociológica y otros ensayos, Buenos Aires, Sur, 1973, pp. 9-47]
(1964), "Funktionale Methode und Systemtheorie", en Soziologische Aufklärung 1, Opladen, Westdeutscher V., 1970, pp. 31-53 [hay trad.cast.: Ilustración sociológica y otros ensayos, Buenos Aires, Sur, 1973, pp. 48-91]
Estos dos artículos constituyen el primer planteamiento y fundamentación crítica de la metodología de análisis funcional de Luhmann

(1968), Zweckbegriff und Systemrationalität, Frankfurt, Suhrkamp, 1973, 390 p. (trad.cast.: Fin y racionalidad de los sistemas, Madrid, Ed.Nacional, 1983, 354 p.).
Una crítica demoledora de la concepción clásica de finalidad. Se establece el fin como una estrategia de reducción de la complejidad.

(1971a), "Moderne Systemtheorien als Form gesamtgesellschaftlicher Analysen", en J.HABERMAS / N.LUHMANN, Theorie der Gesellschaft oder Sozialtechnologie - Was leistet die Systemforschung?, Frankfurt, Suhrkamp, 1971, pp. 7-24.
(1971b), "Sinn als Grundbegriff der Soziologie", en J.HABERMAS / N.LUHMANN, Theorie der Gesellschaft oder Sozialtechnologie - Was leistet die Systemforschung?, Frankfurt, Suhrkamp, 1971, pp. 25-100.
(1971c), "Systemtheoretische Argumentationen. Eine entgegnung auf Jürgen Habermas", en J.HABERMAS / N.LUHMANN, Theorie der Gesellschaft oder Sozialtechnologie - Was leistet die Systemforschung?, Frankfurt, Suhrkamp, 1971, pp. 291-405.
Una defensa y actualización orientada a la investigación sociológica del planteamiento específico de teoría de los sistemas sociales. Está anunciada su traducción al castellano en Amorrortu.

(1984), Soziale Systeme. Grundriß einer allgemeinen Theorie, Frankfurt, Suhrkamp, 1984, 675 p. (trad.cast.: Sistemas sociales. Lineamientos para una teoría general, México, Univ.Iberoamericana / Alianza, 1991, 496 p.
La obra clave de síntesis teórica de Luhmann. A partir de ella está elaborando un programa que la desarrolla en el campo teórico y el aplicado.

(1986), Ökologische Kommunikation, Opladen, Westdeutscher V., 3ª ed., 1990, 275 p.
Obra muy sintética, en la que con la excusa de abordar el problema ecológico expone de modo sintético y accesible el conjunto de su teoría de los sistemas sociales y en particular la comunicación como función de la sociedad.

(1987c), "Autopoiesis als soziologischer Begriff", en HAFERKAMP, H. & SCHMID, M. (Hrsg.), Sinn, Kommunikation und soziale Differenzierung. Beiträge4 zu Luhmanns Theorie sozialer Systeme, Frankfurt, Suhrkamp, 1987, pp. 307-324.
Artículo en el que responde a diversas críticas hechas a su obra.

(1990a), Die Wissenschaft der Gesellschaft, Frankfurt, Suhrkamp, 1990, 732 p.
Junto con otro volumen anterior (dedicado a la economía) es la materialización de su programa de investigación sobre las funciones básicas de la sociedad como sistema autorreferente.

(1990b), "Das Erkenntnisprogramm des Kontruktivismus und die unbekannt bleibende Realität", en Soziologische Aufklärung 5, Opladen, Westdeutscher V., 1990, pp. 31-58.
(1990c), "Ich sehe was, was Du nicht siehst", en Soziologische Aufklärung 5, Opladen, Westdeutscher V., 1990, pp.228-234.
(1991a), Soziologie des Risikos, Berlin, Walter de Gruyter, 1991, 252 p.
(1991b), "Wie lassen sich latente Strukturen beobachten?, en WATZLAWICK, P. / KRIEG, P. (Hrsg.), Das Auge des Betrachters. Beiträge zum Konstruktivismus, München, Piper, 1991, pp. 61-74
(1992), Beobachtungen der Moderne, Opladen, Westdeutscher V., 1992, 220 p.
Estos artículos y estudios más especializados representan el paso de Luhmann de "sistémico" a "constructivista", dentro de lo que él denomina "constructivismo operativo".


Otras referencias bibliográficas

BELARDINELLI, Sergio, (1993), Una Sociologia senza qualità. Saggi su Luhmann, Milano : FrancoAngeli, 1993, 142 p.
Uno de los comentarios más recientes sobre la obra de Luhmann, que incluye una entrevista con él.

MACIEJEWSKI, Franz (Hrsg.), (1973), Theorie der Gesellschaft oder Sozialtechnologie. Beiträge zur Habermas-Luhmann-Diskussion, 1, Frankfurt, Suhrkamp, 1975, 211 p.
MACIEJEWSKI, Franz (Hrsg.), (1974), Theorie der Gesellschaft oder Sozialtechnologie. Beiträge zur Habermas-Luhmann-Diskussion, 2, Frankfurt, Suhrkamp, 1974, 236 p.
GIEGEL, Hans-Joachim, (1975), System und Krise. Kritik der Luhmannschen Gesellschaftstheorie, Theorie der Gesellschaft oder Sozialtechnologie. Beiträge zur Habermas-Luhmann-Diskussion, 3, Frankfurt, Suhrkamp, 1975, 193 p.
Estos tres volúmenes, predominantemente favorables a Habermas y críticos con Luhmann son los comentarios y tomas de posición sobre el debate "Habermas-Luhmann".

GRAS, Alain, (1990), "Quelques mots clés de la sociologie de Niklas Luhmann", Cahiers Internationaux de Sociologie, 89 (1990) 389-398
IZUZQUIZA, Ignacio, (1990b), "Niklas Luhmann ou la société sans hommes", Cahiers Internationaux de Sociologie, 89 (1990) 377-387
Estos dos artículos, publicados en la revista del grupo de sociólogos durkheimnianos liderado por G.Balandier, son una buena y sencilla introducción al autor.

HABERMAS, Jürgen, (1982), La lógica de las ciencias sociales, Madrid : Tecnos, 1988, 506 p.
HABERMAS, Jürgen, (1985), El discurso filosófico de la modernidad (Doce lecciones), Madrid : Taurus, 1989, 462 p.
HABERMAS, Jürgen, (1992), Faktizität und Geltung. Beiträge zur Diskurstheorie des Rechts und des demokratischer Rechtstaats, Frankfurt : Suhrkamp, 1992, 667 p.
En la primera de estas obras se contiene un largo artículo crítico de la teoría de sistemas luhmaniana (publicado en la discusión, en 1971) que representa la primera posición crítica importante; las otras dos son las posteriores posiciones de Habermas sobre la cuestión.

GARCIA BLANCO, José María, (1986), "Poder y legitimación en la teoría sociológica de Niklas Luhmann", Madrid, Rev.Internac.Sociología, 44 (1986) 503-525.
IZUZQUIZA, Ignacio, (1990a), La sociedad sin hombres. Niklas Luhmann o la teoría como escándalo, Barcelona : Anthropos, 1990, 350 p.
RODRIGUEZ IBAÑEZ, José E., (1989), La perspectiva sociológica. Historia, teoría y método, Madrid : Taurus, 1989, 302 p.
Algunos de los escasos trabajos realizados con rigor por españoles sobre Luhmann.

GUMBRECHT, H.U. & PFEIFFER, K.L. (Hg.), (1991), Paradoxien, Dissonanzen, Zusammenbrüche. Situationen offener Epistemologie, Frankfurt : Suhrkamp, 1991, 863 p.
SCHMIDT, Siegfried J. (Hg.), (1987), Der Diskurs des Radikalen Konstruktivismus, Frankfurt : Suhrkamp, 1987, 476 p.
SCHMIDT, Siegfried J. (Hg.), (1992), Kognition und Gesellschaft. Der Diskurs des Radikalen Konstruktivismus 2, Frankfurt : Suhrkamp, 1992, 456 p.
WATZLAWICK, Paul & KRIEG, Peter (Hrsg.), (1991), Das Auge des Betrachters. Beiträge zum Konstruktivismus. Festschrift für H.von Foester, München : Piper, 1991, 278 p.
Algunas muestras recientes tomadas del ámbito interdisciplinar alemán en las que se confirma el auge de los planteamientos constructivistas.


Glosario

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Índice Autopoiesis: se refiere a los sistemas (autopoieticos) que reproducen todas las unidades elementales de las que se componen a través de una malla y con ello se delimitan de un entorno. Esto puede darse bajo formas diversas: bajo forma de vida, de conciencia o de comunicación (en el caso de los sistemas sociales). Autopoiesis es el modo de reproducción de esos sistemas.
Autorreferencia: toda operación por la que se refiere uno a otro y con ello a sí mismo.

Código: los códigos se componen de valores positivos y negativos, y posibilitan la conversión de uno en otro. Se activan a través de una duplicación de la realidad previa y ofrecen así un esquema para la observación, dentro del cual todo aparece como contingente, es decir, como pudiendo ser de otra manera.

Complejidad: una relación es compleja cuando se compone de tantos elementos que estos sólo puede entrar en relación entre sí a través de un proceso de selección. Presupone siempre un procedimiento de reducción que ofrece un modelo de selección de relaciones y excluye provisionalmente otras posibilidades de vincular los elementos como meras posibilidades.

Diferenciación funcional: la construcción de sistemas en los sistemas; el surgimiento de diferencias sistema/entorno en el interior de los sistemas. Es funcional en la medida en que los subsistemas adquieren su identidad a través de la realización de una función para el sistema global.

Observación: se define desde el nivel de abstracción de la autopoiesis. Señala la unidad de una operación que utiliza una distinción para marcar uno u otro lado de esa distinción. El modo de la operación puede ser igualmente vida, conciencia o comunicación.

Programa: se refiere al concepto de código e indica aquellas condiciones bajo las que los valores positivos o negativos de un código determinado pueden ser correctamente asignados a circunstancias o acontecimientos. En los sistemas sociales se tratará como una cuestión de decisión entre lo verdadero y lo falso, lo justo y lo injusto, etc.

Resonancia: indica que los sistemas pueden reaccionar ante los sucesos del entorno sólo según la medida de su propia estructura.

Sistema social: un sistema social llega a existir cuando surge una circunstancia comunicativa autopoiética y se limita frente a un entorno a través de la limitación de comunicaciones apropiadas. Los sistema sociales no se componen de personas ni de acciones, sino de comunicaciones.